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Marmolejo

Altitud: 6.108m

Ubicación: Estero Marmolejo, Región Metropolitana.

Fecha: 10 al 15 de enero, 2017.

Integrantes: Esperanza Ulloa, Valentina Moreno, Leonardo Navarro, Gabino Reginato, Pablo Azúa, Joaquín Riquelme, Ximena Noriega, Stephano Novani, Martina Monckeberg e Ignacio Villagra.

Escrito por Ignacio Villagra Doll

El Cerro Marmolejo se asomaba para muchos como un gran desafío para terminar el 2016. Finalmente, después de la aclimatación correspondiente, reuniones varias y pasar el año nuevo porteando y admirando este magnífico cerro, fuimos diez los valientes que quisimos enfrentar el seis mil metros más austral del mundo.

El punto de encuentro fue el martes 10 en el Líder de Macul. Puntualidad relativa; para muchos fue complicado escaparse más temprano del trabajo un día laboral. Igual, no importaba mucho, ya que la idea de juntarse un martes a las nueve tenía que ver con hacer más productiva la jornada del día siguiente, donde la cosa empezaba realmente.

Salimos tipo diez y media en dos autos rumbo al Cajón del Maipo. Uno de los tantos “gabinomóvil”, cargado hasta reventar, y el aperrado auto del Joaquín fueron los encargados de transportar a los diez guerreros. A las una y media ya estábamos armando carpas al costado del río Yeso, protegidos por los vehículos. Nos esperaba una dura caminata al día siguiente, había que descansar.

El acuerdo era empezar a caminar a las ocho de la mañana. Sin embargo, nuevamente la impuntualidad nos jugó una mala pasada. Ordenamos nuestras cosas, revisamos equipos y un poco de bloqueador por aquí y por allá. A las nueve, nueve y media, ya estábamos dispuestos a enfrentar la dura jornada que se avecinaba, mochila puesta y todo. Media hora después, todos a “pata pelá” cruzando el estero del Plomo.

El grupo completo estaba preparado mentalmente para una excursión de varias horas por el cajón del estero Salinillas. Lo que cuesta asimilar es el peso de las mochilas. Comida para cinco días y equipo técnico para enfrentar el día de cumbre hacían lenta pero segura nuestra marcha. Ya la conocíamos. Después de equivocarnos todo lo que quisimos para año nuevo, esta primera jornada fue más que todo física, ardua.

El día fue transcurriendo entre bonitos paisajes y mucho calor, por sobre todo. Mucha vegetación coloreaba nuestro paso, mientras que a ratos una que otra vaca se cruzaba en nuestro camino.

Cada uno asimilaba el peso como podía. Entre todos nos dábamos ánimos, ya que sabíamos que era una dura jornada. Después de unas cuantas horas caminando, nos detuvimos a almorzar un poco antes de nuestro ex campamento base, actualmente totalmente destruido por las aguas que corren cerro abajo.

El respetado Paso del Pulgar se asomaba amenazante en el horizonte. Cada uno a su ritmo, fuimos superando este duro acarreo. Sin dudas el mayor desafío del día. Como recompensa, el Marmolejo se volvía a mostrar ante nuestros ojos, completamente majestuoso.

Extenuados, seguimos nuestro camino por la ladera este del cordón recién subido, sabiendo que quedaba poco para nuestro campamento base. Luego de una hora aproximadamente, llegamos a nuestro campamento base. Explanada al centro del valle, perfecto para armar cinco carpas.

El ánimo había aumentado. Sabíamos que estábamos más cerca de la cumbre y habíamos terminado exitosamente el primer día. Después de cenar, todos a dormir. El segundo día prometía tanto como el primero.

Temprano por la mañana, ya estábamos todos en pie desayunando. Desarmamos la carpas e hicimos un pequeño depósito entre las rocas, dejando ropa y comida. Ya había consciencia grupal de que el excesivo peso en la mochilas podía ser un retraso a nuestra marcha.

Nuestro segundo día de caminata fue mucho menos arduo, pero retador de todas formas. Después de unas horas, llegamos al primer campamento, a 4300m. Solo fue una parada para comer algo e hidratarnos, ya que debíamos seguir caminando hasta el segundo campamento. Algunos sacaban provisiones que habían porteado, sabiamente, en año nuevo.

Entre el peso y la altura, parecíamos astronautas en el espacio. “Lento pero seguro”, parecía ser nuestro lema. A paso constante entre penitentes y rocas transcurrió nuestro día. Mirábamos de reojo a la cumbre, como para cerciorarnos que aún seguía ahí.

Casi sin darnos cuenta llegamos hasta el segundo campamento. Para muchos, ya era un éxito acampar a los 4900m. Si hasta yoga hicimos. No fuimos los únicos que pensamos que el Marmolejo iba a ser un gran desafío. La pequeña civilización que nos esperaba en el campamento estaba poblada por un grupo de la Federación de Andinismo (FEACH) y otros cuatro montañistas, algunos extranjeros. Nos tuvimos que instalar en las periferias, fiel a nuestro estilo.

Estábamos ansiosos. En la madrugada íbamos a intentar el ataque de cumbre. Algunos ordenamos nuestras mochilas, otros comían, los menos ya estaban descansando en sus carpas.

4 de la mañana. Hora de salir. Entre la arreglada de crampones, la puesta de arnés y uno que otro contratiempo, comenzamos a caminar recién a las cuatro y media. A las 4:45 estábamos a las orillas del imponente glaciar, listo para recibirnos. Si, lamentablemente la impuntualidad es algo que nos caracteriza.

Enfrentamos el glaciar con buen ritmo. A lo lejos, veíamos las linternas del grupo de la FEACH, juntos y encordados. Con cuidado de no tropezar con los penitentes, seguimos constante nuestra marcha. Había buen ánimo general en el grupo.

Fuimos llegando de a poco al segundo campamento alternativo. La primera parada. Casi de las últimas, venía Valentina, quién ya no podía más. Dolor de cabeza y cansancio, síntomas característicos de la puna, le impidieron continuar. Su cordada, Esperanza, insistió en bajar con ella ¡Lo que no tenemos de puntuales lo superamos en compañerismo! Como si fuera poco, Pablo, líder de expedición, decidió no arriesgarse y bajar con ellas.

Durante la evaluación de la salida de porteo al Cerro Marmolejo alguien por ahí dijo que el líder de expedición tenía que reunir varias características, además de ser un buen montañista. Pablo demostró con creces ser un excelente líder de expedición. Preocupado por todos durante las jornadas de caminata. “¿Cómo te sientes?”, preguntaba. “Acá hay agua para que saquen”, nos decía. “Voy a mirar como está el camino allá”, avisaba. Más encima, bajando preocupado por dos compañeras que no pudieron continuar hasta la cima. Tremendo.

Siete continuamos hasta la cumbre. Ya amaneciendo, nos enfilamos glaciar arriba. Nos esperaba un hielo eterno, por lo que no convenía mirar hacia arriba, por bienestar mental. En una de esas, Leonardo decide bajar. “Ya me he sentido así y prefiero bajar”, dijo. Joaquín y Martina, quienes iban a paso lento, lo acompañan en su descenso, conscientes de que quedaba mucho y no querían retrasar a los que iban más adelante.

“Espérame que voy solo”, le aviso a Gabino por radio, quién ya había dejado atrás el glaciar, a los 5500m, junto con Ximena y Stephano. Nos juntamos los cuatro restantes para seguir avanzando por un largo acarreo de arena volcánica, junto con los montañistas extranjeros antes mencionados.

Mientras que Gabino y Stephano alcanzaron al grupo de la FEACH, yo y Ximena avanzamos a pura garra y corazón. Casi como si fuera cámara lenta, avanzamos a paso de caracol, pero seguros de estar cada vez más cerca de la cumbre.

Zigzagueando por una pendiente, avanzábamos con el Volcán San José a nuestras espaldas. Un poco de té y seguía la marcha. “Levanta la mano Gabino”, le digo por radio al ver una chaqueta roja a lo lejos. Mientras, en el campamento, el grupo expectante escuchaba y preguntaba cómo íbamos por la radio.

Dale que queda poco”, me grita Diego, uno de los integrantes de la expedición FEACH, mientras me abrazaba. “¡Dale Xime!”, grito hacia abajo, en una última carga de energía. Quedaban pocos metros para la cumbre.

Después de un tramo rocoso en el final, llegamos hasta donde estaban esperando Gabino y Stephano. Los cuatro juntos, nos dirigimos hasta la cumbre a eso de las 12, 12:30. Orgullosos, nos sacamos la foto de rigor, inmortalizando el esfuerzo de todos. Debido al viento congelado que corría en la cumbre, bajamos casi de inmediato.

La bajada la hicimos rápido, admirando todo lo que habíamos recorrido. Al llegar al campamento, todos nos felicitaban. Exhaustos, tuvimos energías solo para quedarnos sentados fuera de nuestras carpas un buen rato. Comimos y relatamos nuestra experiencia ahí sentados, incapaces de movernos más.

Al día siguiente, la jornada prometía bajar unos cuantos metros. Decidimos que la idea de quedarnos en nuestro campamento base estaba descartada, por lo que optamos por dormir en el campamento base original, casi por nostalgia.

Recogimos las cosas que habíamos dejado en el campamento base, escondidas entre las rocas. Momento perfecto para tomar un buen mate, dijimos entre todos. Casi teníamos ganas de quedarnos ahí. Mientras unos se hacían masajes, otros armaban torres con las piedras. Cada quién se relaja como puede. Hasta clase de geología hubo entre medio.

Esa noche cenamos todos juntos, ya mucho más relajados por lo que había sido la expedición. La comida comunitaria fue abundante, muchos con la negativa rotunda de bajar provisiones a Santiago, debido al esfuerzo que les había significado subirla a la montaña.

La noche, el clima y las estrellas invitaban a un buen vivac. Todos estábamos más relajados. En la mañana, desayunamos tranquilamente, como quién no se quiere ir todavía. Comenzamos a bajar cerca de las 12, para llegar a a los autos durante la tarde. La expedición había llegado a su fin.

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Cerro Gloria

8, 9 y 10 de Octubre del 2016. Altitud 4479 m. IGM

Dager Borvarán y Tamara Rivera (encargados de salida)

Gastón Fuentes y Alonso Fernández

Diana Cid y Magdalena Gómez

Gabriela Anríquez y Stephano Novani

Maximiliano García y Andrés Retamal

Kevin Lee, Orlando Solís y Valentina Araneda

Elizabeth Mejías y Nicolás Villar

Martina Monckeberg e Ignacio Villagra

Arturo Alvéstegui y Ariel Alvéstegui

La salida de Octubre de la rama fue planificada hacia el Cerro Gloria, el cual queda  en la quinta Región, por el camino que va hacia el paso los Libertadores. Desde las semanas anteriores se estuvo planificando esta expedición a cargo del Dager y la Tamara. Esta fue la primera salida preparatoria para el objetivo de ir al Marmolejo a final de año.

En los entrenamientos, el Mati fue comentando que sería una salida exigente, pues el año 2012 había subido un grupo de la Rama y se hablaba de una jornada larga, de unas trece horas para llegar a la cumbre.

Bueno, llegó el sábado 8 de octubre, primer día del fin de semana largo, y nos juntamos, como de costumbre, con una puntualidad relativa a las 7:45 en Plaza Italia para comenzar esta aventura. El Stephano y la Diana se habían ofrecido como encargados de transporte, y coordinaron excelentemente los 4 autos en que partimos rumbo a Los Andes una mañana un poco nublada.

Tras un par de horas nos encontramos en el Puente el Peñón, entre el segundo y el tercer túnel luego del peaje. La descripción de la ruta que habíamos visto decía que era un poco antes, pero todos asumimos la idea que sería más allá y nos fuimos reuniendo junto al estero, mientras uno de los autos fue a dar aviso al retén del paso fronterizo.

La entrada hasta donde dejamos los autos no era tan fácil, sobre todo para los autos más bajos, que hicieron todo un rally para llegar al inicio del sendero. El esfuerzo valió la pena porque avanzamos unos 300 mt. de desnivel y varios kilómetros de un camino sinuoso de tierra hasta el fin del camino de autos, justo a un costado de algo que parecía una central hidroeléctrica a medio terminar.

Alistamos nuestras mochilas, hicimos una suerte de segundo desayuno y nos dispusimos a partir para cuando llegaran los chicos que habían ido a dar aviso. Hubo un momento de duda si acaso lograrían llegar arriba, así que fue una buena sorpresa verlos venir por la subida pedregosa.

Entre una cosa y otra empezamos a caminar como a las 12 y media, por un sendero bien marcado, justo cruzando un brazo del estero, por un planchón pequeño de nieve.  A la bajada nos percatamos que tenía solo unos pocos centímetros de espesor, pero como dice el dicho: el que nada sabe, nada teme. Continuamos por la ruta, a ratos clara y a ratos difusa por las huellas de animales. A nuestros pies se veían pasar múltiples tipos de flores y plantitas. Huilles, cilantro cordillerano y algunos bulbos daban color y un aroma agradable al mediodía.  De fondo empezábamos a ver un costado del cerro Gloria, caminando siempre al lado oeste del agua, hasta que nos aproximamos a las cascadas que caían al fondo del pequeño valle.

Ahí encontramos un lugar para cruzar, con un pequeño salto, y empezamos a buscar cuál sería la quebrada para empezar a ascender al primer portezuelo. El primer intento resultó no ser el correcto, porque la ruta terminaba de manera abrupta unos metros más allá. Esto nos dio una pausa para almorzar, mientras la Tami y el Nico fueron a la segunda cuesta, que resultó ser la indicada.

El camino subía de forma zigzagueante hasta llegar a una pequeña planicie por sobre las cascadas, por ahí continuamos por una huella más pequeña, pero indicada por algunos monolitos de piedra. Algunos manchones de nieve empezaron a aparecer a los lados, pero la temperatura estaba cálida y la nieve blanda, por lo que no necesitábamos crampones el día de hoy. Ascendiendo por la nieve vimos ya el cerro Gloria en todo su esplendo, se veía un gran macizo de roca y nieve, con algunas cascadas de hielo en su pared sur.

Ahí también pudimos observar el lugar donde haríamos el primer campamento base: era un lugar bastante llano, con espacio para todas las carpas y a resguardo de las caídas de piedras que sonaban junto al paso de los aviones cada cierto tiempo. Llegamos temprano, como a las 4 de la tarde y nos instalamos con calma, se decidió hacer un círculo con las carpas para que hacer más ambiente de grupo. Fue una armada relajada, no teníamos apuro con la hora e incluso había una pequeña vega de donde poder sacar agua fresca. Estuvimos solos en el lugar hasta que del fondo vimos llegar a dos montañistas que hicieron campamento un poco más arriba. Al día siguiente supimos que los vecinos iban rumbo a la cumbre hermana, el Glorieta.

Los encargados nos reunieron a todos para planificar la partida al día siguiente. La hora de salida se fijó a las 3 de la mañana, para alcanzar holgadamente a la cumbre antes de las 12 y de vuelta al CB con luz.

Dia 2

El segundo comenzó de manera especial, pues la mayoría de las cordadas habían fijado su despertador a las 2 de la mañana, para estar holgados y salir a las 3 de forma conjunta. Lo que pasó ese día fue inexplicable, por alguna razón el reloj de dos personas se reajustó y sonó a la una de la mañana, una hora antes que fuera necesario. Quienes habían despertado se vieron sorprendidos de ser los únicos en movimiento y empezaron a despertar a las otras cordadas. En eso se pudo escuchar el grito desde una carpa que hizo volver todo a la normalidad: “¡No son las dos, son las una de la mañana, vuelvan a dormir!”

La segunda despertada fue entonces como de costumbre, con un poco de sueño aun, todos empezaron a ponerse en pie y a preparar las mochilas y crampones para la jornada cumbrera. No había luna aquella madrugada, por lo que las únicas luces eran las de las frontales, que al estar encendidas dentro de las carpas parecían pequeñas farolas naranjas a los pies del cerro.

La caminata comenzó a las 3:30, siguiendo al Dager, que iba abriendo ruta, luego a mitad venía la Eli, con otra radio, y al final, la Tami cerrando la fila. El camino partía suave y pasamos por al lado del campamento de los vecinos, luego la ruta se metía a mano derecha por una subida larga, pero con pendiente moderada.

Tras un rato de caminata, algunas cordadas decidieron volver al campamento base. Algunos de ellos habían pasado una mala noche y no se sentían en condiciones para caminar hoy.

Una vez llegados al portezuelo, empezó a correr un fuerte viento helado, que heló especialmente la cara y las manos de los que estábamos menos preparados para el frío. Este cambio de temperatura se debía a que ya estaba por amanecer, estaban saliendo las primeras luces del alba y se empezaba a iluminar el camino hacia el cerro Gloria. El viento hacía que fuera difícil ponerse bloqueador, y algunos decidieron no sacarse los guantes por el frío… a la tarde quedaron a la vista las quemaduras del sol en sus caras. Justo cuando hicimos la pausa, una cordada se encontraba algo afectada por la altura y decidieron bajar también, esta vez llevando una radio para comunicarse.

El frío nos hizo entrar en movimiento nuevamente, esta vez el camino subía por una meseta que empezaba a rodear el cerro Gloria para ver su cara norte, donde empezaba la canaleta que llevaba a la cima cumbrera. Cuando nos dimos cuenta cuál era la canaleta, recuerdo que hubo un sentimiento generalizado de ánimo y nos dimos motivación para lo último que quedaba, pues sentíamos que quedaba poco para la cumbre.

Empezamos entonces a subir por una canaleta de aprox. 40 grados, que se sentía muy empinada. Para quienes estamos recién ingresando al montañismo -muchos habíamos hecho este año el curso básico- fue una experiencia increíble, fuimos escalando con piolet y crampones en cuatro patas. En esos momentos no podíamos no acordamos de los escaladores del entrenamiento del estadio nacional, el dolor de nuestros gemelos nos hacía dar unas pausas cada algunos metros.

Desde que llegamos al filo, ya sabíamos que todos intentaríamos llegar a la cumbre, era temprano, como las 9 de la mañana, así que seguimos adelante, a paso lento pero seguro. Además, en la subida ya se empezaron a sentir algunos síntomas del mal de altura, algunos iban un poco tambaleantes, pero el grupo no se separó mucho. Personalmente sentí un poco de presión en la cabeza en esta subida, pero al llegar a un segundo portezuelo el masticar hojas de coca sirvió para que se detuviera casi completamente.

Desde el filo ya pudimos ver tres puntas del cerro, las dos primeras eran falsas cumbres, y aunque estaban cerca unas de otras, la cumbre debía ser la última. Llegamos los doce que aun estábamos en el grupo, con un lapso de 30 minutos a la cumbre, a eso de las 10-10:30, por lo que aun teníamos tiempo para almorzar, y sacar la foto grupal con calma. La cumbre tenía una vista hermosa y despejada del valle del Aconcagua, desde allí se podía ver perfectamente el cerro Aconcagua, el Juncal, el Alto los leones y la Paloma, entre otros. También dejamos un testimonio de la subida en la caja cumbrera (metálica y se abría con desatornillador).

Empezamos a bajar después de como unos 45 minutos, todos un poco más descansados. Del filo hacia la canaleta estaba sencillo y la nieve estaba firme, sin embargo, al llegar a la canaleta, el descenso se veía bastante empinado y los encargados de salida decidieron que sería mejor bajar ayudados de una cuerda. En primer lugar hicimos en conjunto una “seta de nieve”, que permitía poner una cuerda para bajar haciendo un rapel de vieja escuela (con la cuerda pasando por los brazos abiertos). Luego, en vista de todo el trabajo que implicaba hacer varias setas, se decidió hacer reuniones con piolets, mosquetones y cordines, así fuimos bajando de a uno hasta el final de la cuerda, donde nos agrupábamos y algunos volvían a hacer la reunión para continuar el descenso. Hicimos esto  tres veces, hasta el comienzo de la canaleta, que se unía a un acarreo pequeño. Hacia calor y nos empezábamos a quemar por el sol y el reflejo en la nieve, por lo que esta parte de la bajada se hizo especialmente larga.

Estábamos ya en el descenso de la última cuerda, cuando vimos a los vecinos subir al cerro Glorieta. En un momento nos preocupamos de que estuviesen subiendo recién a mediodía, pero nuestra preocupación desapareció cuando vimos que, en tan solo pocos minutos, habían subido directamente por una pendiente hasta la cumbre. Quedamos sorprendidos en ese momento y sobre todo cuando en la bajada nos alcanzaron con una rápida y hábil técnica de potocross -potoski decían ellos- que los llevó casi directamente a su campamento.

El regreso después se hizo rápido, la nieve estaba un poco más blanda pero valía la pena seguir con crampones. Algunos iban un poco insolados o con síntomas de mal de altura, lo que puede servir para explicar la caída del casco del Gastón, cuando lo dejo apoyado sobre la nieve y cayó muchos metros hacia abajo, por suerte no lejos de donde seguía la ruta.

Llegamos aproximadamente a las 3:30 al campamento base, todos sanos y salvos, a dormir, hidratarnos bien y cocinar. Los que habían bajado antes ya se sentían mejor y nos propusimos salir al día siguiente a las 8.

Día 3

Nos levantamos a eso de las 6:30, dejamos todo limpio, y bajamos a eso de las 8:30 hacia los autos, eso si antes tomamos una foto de grupo con un pie arriba para mostrar nuestra energía.

En el comienzo usamos crampones porque la nieve seguía algo dura, y luego pasamos por la cascada, que formaba una pared de hielo muy bonita y encontramos una cruzada por la nieve, para no tener que saltar nuevamente el riachuelo.

El descenso se hizo rápido, en dos horas estábamos ya en los autos, y el Dager y Andres se adelantaron para avisar de nuevo en el retén que habíamos vuelto.

Bajamos juntos a un puesto de empanadas a hacer el análisis (ya no evaluación) de lo que había sido esta ascensión. La salida se evaluó muy bien, sobre todo por el ambiente de grupo y las buenas decisiones de bajar como cordada, en el caso de quienes se sintieron mal. También se felicitó la unión durante la caminata, a los miembros del curso básico y a los encargados de transporte. Creo que para todos fue un muy buen fin de semana largo, de esos que nadie sabe muy bien por qué fueron feriados, pero que se disfrutó al máximo y nos dio la posibilidad de ir al Cerro Gloria.

Fin del Relato.

Relato: Ariel Alvéstegui

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Leonera – Punta Hermandad

4954-4930

17-18 diciembre 2016

Escrito por Valentina Moreno

Encargado salida: Gabino Reginato

Encargado transporte: Ariel Alvéstagui

Fotos: Gastón Fuentes ,Gabino Reginato y Leonardo Navarro

Esta salida fue la segunda programada como preparación para la ascensión al cerro Marmolejo, luego del cerro Pintor.

Sábado 17:
Ariel coordinó el transporte para quienes fuimos en bus, nos juntamos en Baquedano a las 8:00 para salir tipo 8:30 hacia la Parva, donde nos reunimos con el resto del grupo a las  11:00 aproximadamente, junto al andarivel el Águila.

Parte del grupo tomó la telesilla y el resto partió caminando hacia el próximo punto de encuentro que acordamos, junto al refugio a los pies del Cerro Pintor. Alrededor de las 14:00 llegaron los últimos a este punto de encuentro, donde descansamos, comimos para recuperar fuerzas, algunos tomaron una pequeña siesta y luego a las 15:00 hrs. continuamos la ruta para hacer el último tramo hasta el campamento, el cual se estableció en el desvío hacia la cubre del Cerro Pintor.

En un comienzo pensamos llegar hasta cancha de carrera para dormir, pero la idea se descartó ya que el objetivo era dormir a la mayor altura posible, además la bajada hacia cancha de carrera implicaba luego subir ese tramo con la carga al día siguiente.

A las 16:30 comenzamos a armar campamento y algunos comenzaron a cocinar de inmediato. Parte del grupo sintió los efectos de la puna poco después de llegar y se quedaron en reposo atentos a los síntomas para evaluar si podrían seguir con la ruta al día siguiente.

Pamela y Emilio llevaron equipo para hacer una clase recordatoria de algunas técnicas de auto-detención con piolet, nudos y anclajes en nieve para los interesados. Luego nos dedicamos a cocinar quienes no habían comido aún y a derretir nieve para tener agua el próximo día. Quienes todavía sentían malestar por la altura decidieron quedarse en el campamento  y no hacer cumbre, para bajar y recuperarse. Cuando comenzó a oscurecer rápidamente disminuyó la temperatura y nos refugiamos en las carpas para dormir antes de la salida para intentar hacer cumbre, programada a las 5:00 am.

Domingo 18:

Los primeros despertadores sonaron a las 4:20, y a las 5:00 am salimos al ataque del Cerro Leonera. Se programó alcanzar la cumbre a las 11:00 y estar de vuelta a más tardar a las 15:00 para desarmar el campamento.

Atravesamos cancha de carrera con las linternas frontales y pronto nos encaramamos  sobre el filo rocoso que se dirige hacia el oeste, a medio camino comenzó a amanecer. En un comienzo el grupo fue algo distanciado pero luego de la primera parada se  cohesiono, lo que se mantuvo durante el resto de la ruta. La velocidad de avance bajó considerablemente al tomar altura haciéndose sentir el efecto de la falta de oxigeno, por lo que hicimos paradas reiteradas, con el objetivo de hidratarnos, recuperar aliento, mantenernos juntos y chequear el estado de cada uno de los que íbamos en la ruta.

A las 10:30 llegamos al último punto antes de la cumbre de Leonera donde algunos se sintieron mal y decidieron no continuar. Se propuso para quienes quisieran, ir a la cumbre vecina del cerro Punta hermandad a unos 40 minutos de camino, por lo que nos dividimos y cada grupo se dirigió a su destino. Cada equipo quedó con una radio y acordamos reunirnos nuevamente en el campamento.

Las cumbres fueron alcanzadas puntualmente a la hora programada y desde las respectivas cumbres nos divisamos los distintos grupos.

Llegamos de vuelta al campamento bastante dispersos entre las 14:00 y 15:00 hrs, desarmamos carpas, armamos mochilas y rápidamente bajamos para alcanzar el bus. A las 18:00 hrs ya estábamos todos en la Parva donde nos reunimos con el resto del grupo, quienes habían tenido problema de mal de altura nos contaron que habían amanecido mucho mejor y ya se encontraban en muy buenas condiciones.

Hicimos una pequeña reunión de recuento, donde se destacó la buena voluntad de Pamela y Emilio por la clase realizada la tarde anterior, también se valoró la responsabilidad de quienes decidieron no intentar cumbre tras los síntomas de la Puna y el compromiso y buena disposición de quienes acompañaron a sus cordadas que decidieron no subir. Nos despedimos y regresamos a Santiago, el bus llegó a las 20:00 hrs a Baquedano.

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Pintor

Salida Cerro Pintor 3 diciembre 2016 – cuando la Parva fue un pequeño Everest

Al igual que otras salidas de la Rama, ésta comenzó con la tarea no menor de coordinar el transporte para un grupo de 35 Rameros y el desafío de cumplir estrictamente los horarios, ya que la mayor parte del grupo subiría sin andariveles, además de ser el primer cuatro mil para varios y finalmente tener hora de regreso a los autos a las 18.00 hrs, ya que el transporte nos esperaría hasta esa hora. Aquí fue esencial la motivación de la Dani Torrealba, que en forma espontánea se movió con toda esta labor.
Así fue, que el día sábado 3 de diciembre, alrededor de las 8:20 hrs. de la mañana, partimos del tradicional punto de encuentro en Baquedano una Van y dos vehículos con dirección a la Parva. Al otro lado del río Mapocho, partía 20 minutos más tarde un auto arrendado, para luego de una breve parada en escuela militar, a objeto de recoger a nuestro compañero Novani, continuar con igual destino.
Alrededor de las 9.40 am, ya había llegado el primer grupo a la base de las telesillas y el último vehículo a eso de las 10.30, doscientos metros más abajo hasta donde le dio la fuerza al motor.
Este retraso de cerca de una hora, sabíamos, haría más exigente todo lo que se venía de jornada. El tiempo de espera sin embargo fue muy bien aprovechado, ya que los más experimentados organizaron a los dos grupos que subirían. El primer grupo de 6 Rameros, Carmen Sanhueza, Erick Orellana, Ignacio Sánchez, Vivían Rocca, Elizabeth Contreras, Nicole Villanueva, subirían en telesilla hasta la caseta superior del andarivel Las Águilas. De allí seguirían avanzando lo más posible para ganar tiempo, hasta el refugio a los pies del cerro la Parva para esperar al resto del grupo. En el segundo grupo, abriría la ruta Pablo “AzuKar” y cerrando Christian Ponce, ambos conectados por radio. Estos 31 Rameros haríamos el trayecto completo a pie, por lo que a penas llegamos los cincos últimos, rápidamente nos integramos y comenzó el trekking hacia la laguna Piuquenes. En la subida con Emilio Torres, nos ofrecimos a ayudar a Christian en la labor de cerrar la ruta, por lo que desde el final de la columna de montañistas veíamos ascender a nuestro grupo muy compacto.
Al llegar a la laguna nos encontramos con el último Ramero del grupo, que en una muestra de que todo es posible y que no hay límites cuando hay motivación, había llegado con la bicicleta desde Santiago hasta la Laguna Piuquenes (historia digna de un relato de su propio autor).
En este punto no sólo encontramos al Leo, Sherpa -MOUNSTRUOO (como lo llamarían en el resto del ascenso), sino que también a 500 corredores de trail runnnig, de las más diversas edades y condiciones físicas que subían y bajaban por todas las laderas de los cerros, desde y hacia la falsa Parva. Lo que alguien había comentado por WhatsApp mientras veníamos en los autos y que entonces nos pareció un tanto chistoso, ahora era una realidad.
El ascenso a ratos era dificultoso, entre dejar pasar a quienes bajaban y adelantar a quienes subían más lento para no perder la cohesión de nuestro grupo – a estas alturas repartido entre un sin número de camisetas lilas numeradas. Esta imagen sin duda recordaba, las largas filas ascendiendo por el escalón Hillary. Por supuesto, la diferencia era enorme!!! Nosotros teníamos un día soleado, poco o nada de viento, ocho grados sobre cero y unas amplias laderas que permitían salir del camino cuando el cuello de botella no dejaba avanzar. Esta diferencia era fundamental porque lo anecdótico y agradable de encontrarse con gente muy amena en esas circunstancias podría haber sido una dura experiencia.

Todo el grupo al llegar a la falsa Parva esperó para partir a los que veníamos cerrando. En una decisión conjunta, unánime y rápida todos los que veníamos llegando preferimos parar lo mínimo, solo para tomar agua y así no arriesgar la posibilidad de cumbre para el grupo. Una vez superada la Parva dejamos atrás a todos los corredores y avanzamos más tranquilamente por una zona que si bien no presenta mucha pendiente, ya comienza a darnos indicios de que nos encontramos por cerca de los 4000 metros de altura.
Nuestra última pausa grupal es en el refugio a los pies del cerro la Parva, sabemos que vamos a buena hora, ya que los esfuerzos nos han permitido disminuir los atrasos. Verificamos que no falte nadie del grupo antes de retomar la última parte de la ruta. Vemos que SI falta un compañero, salió de la ruta un momento, afortunadamente se reintegra rápidamente, pero igual insistimos en la importancia de avisar siempre a los que cierran.
Nuestra hora máxima de cumbre es las 14.30 y límite de descenso las 15.00 hrs. Son las 13.40 y nos quedan las últimas subidas, menos de 400 metros de desnivel. Ya se ve más cerca la cumbre, casi a nuestro alcance, pero es aquí precisamente, donde los efectos de la altura nos hacen cada paso más difícil.
Al llegar prácticamente a la última subida hacia la cumbre, pasados los 4000 metros, encontramos a Erick y a Vivían. Un dolor de cabeza ha hecho a Erick detenerse por precaución. Acordamos esperarlos. Leo los motiva: “Si yo llegué hasta acá así, demás usted llegan!”. Pero pasados los minutos, las molestias siguen, comprendemos que la decisión de Erick es la más prudente y continuamos.
Alrededor de las 14.30 Pablo Azúa, Ximena Noriega y Stephano Novani llegan a la cima del Pintor.
Cerrando la ruta, a escasos 100 metros de desnivel de la cumbre encontramos a Gonzalo, que nos dice que no sigue. Leo explica técnicas de respiración, otros damos consejos de marcha y Gonzalo da toda su motivación a full para llegar a las 14.55 hrs. a los 4.220 m.s.n.m. Su primer cuatro mil!!!
Esto hace la cumbre más especial y bella que nunca, el compañerismo, la motivación, los mensajes al Ramero “Pantani” atropellado días previos, las nubes, el color del cielo, todo!!!

La bajada es perfecta con los horarios, tanto que un grupo alcanza a hacer su segunda cumbre en la Parva, nos reorganizamos rápidamente con la apertura, cierre de la ruta y punto de encuentro y todos llegamos a los autos puntualmente a las 18.00 hrs. El primero en llegar es el Leo, a quien lo vimos pasar Flash por los senderos.

a evaluación la hacemos antes de subir a los autos para no retrasar el transporte, balance positivo en esta salida de aclimatación para los próximos desafíos. Partimos todos juntos, largo viaje de regreso de Paz Soto, Sebastián Silva, Gastón Fuentes y Ximena Noriega que terminaron en una vulcanización hasta bien avanzada la noche. Nosotros que llegamos más tarde a la subida, para compensar, nos sacrificamos por todos y para no romper la tradición Ramuch, pasamos a la Ermita a castigarnos con unas empanaditas.

Foto principal: En la cumbre del Pintor
1) Gonzalo Román – 2) Gastón Fuentes Soto- 3) Leonardo Navarro – 4) Rodrigo Parra
Salamanca – 5) Vivían Rocca – 6) Carlos Fuentes F. – 7) Elizabeth Contreras -8) Catalina
Moya -9) Ignacio Sánchez -10) Stephano Novani – 11) Erik Orellana – 12) María
Esperanza Ulloa -13) Pamela Norambuena – 14) Emilio Torres – 15) Christian Ponce – 16)
Alejandro Sánchez – 17) Pablo Azúa – 18) Carmen Sanhueza – 19) Joaquín Riquelme –
20) Juan Francisco Ruiz – 21) Daniela Torrealba Arregui – 22) Carlos Vicens – 23) Ignacio
Villagra – 24) Catalina Castro – 25) Nicole Villanueva – 26) Fernanda Vicens – 27)
Valentina Moreno – 28) Ignacio Salas Molina – 29) Sebastián Silva – 30)Paz Soto – 31)
Ximena Noriega – 32) Pablo Díaz – 33)…-34)…35)….36)…37)…38)…

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Tres Hermanos

Descripción:   Salida deportiva de septiembre

Objetivo:        Cumbre central (4595) cerro tres hermanos.

Fecha:             17-19 de septiembre de 2016

Encargado:    Bernardita Araya

Relator:          Ignacio Carrasco (Chefo)

Cordadas:

  • Diana Cid, Gabriela Anríquez, Stephano Novani, Sebastián Orellana
  • Alendro Sánchez, Daniel Acosta
  • Ignacio Villagra, Martina Monckeberg
  • Dager Borvarán, Bernardita Araya, Nicolás Villar
  • Diego Rodríguez, Paula Urizar
  • Carlos Fuentes, Ignacio Carrasco
  • Kevin Lee, Orlando Solis
  • Ariel Alvéstegui, Arturo Alvéstegui
  • Tamara Rivera, Gabino Reginato
  • Christian Ponce, Catalina Castro, Maximiliano Díaz
  • Andrés Retamal, Hans Nordheimer

Sábado 17 de septiembre.

De Santiago al centro de ski Portillo

26 ramucheros montados en una cantidad que no recuerdo de automóviles y un bus subsidiado por la rama, salen del parque Bustamente a las 9:00 am aproximadamente. Retrasados de nuestra hora planificada de partida, íbamos camino hacia el centro de ski Portillo, donde iniciaríamos la aproximación. En el bus repasamos algunos nudos y tuvimos un debate de alto nivel sobre la Organismos Genéticamente Modificados (OGM). Un par de curvas más y el biotecnólogo del grupo consigue modificarnos el cerebro.

Ya a 2800 metros de altura nos reagrupamos en el estacionamiento del hotel, las cordadas organizan el contenido de las mochilas y damos inicio a la aproximación, no sin antes sacarnos una foto con los Tres Hermanos y la laguna de telón de fondo. Una persona que trabaja en centro de ski nos indica el inicio del camino, que luego de la primera hora nos dimos cuenta no era el más adecuado.

Inicio de la marcha – Aproximación

La abundante nieve de la ladera hace que el inicio sea lento, dándonos cuenta que hubiese sido mejor caminar por la orilla de la laguna. La vista es increíble, rodeados de cerros, nieve por todos lados y una laguna de un azul intenso, que parecería una locura zambullirse en ella. Luego de alrededor de una hora de caminata por la ladera del cerro, vemos que la única manera de seguir de manera segura es subir un poco más y bordear un macizo. Aquí, dado que el sendero se vuelve expuesto, los más avezados instalan un pasamano con tal de disminuir el riesgo de caída.

Luego de un segundo paso, con menos nieve, pero bastante expuesto también, nos reunimos todo el grupo a comer algo e hidratarnos. El fin de la laguna se ve más cerca y luego de disfrutar el sol echados en las rocas reemprendemos la marcha. Esta vez vamos por la orilla de la laguna, intentando no patear tanto las piedras. El grupo va bastante unido, con tres bloques bastante distinguibles que se vuelven a reagrupar cuando dejamos la laguna. Ya son aproximadamente las 16:00 y nos queda bastante hasta el CB planificado.

Cada vez que me volteo, me doy cuenta que no nos podremos deshacer del hotel del centro de ski por un buen rato. Me pregunto si tendrán algún bote para cruzar rápido este charco helado. La laguna continúa alejándose y así también lo hace la carretera, la señal de celular, las preocupaciones cotidianas y la vida de montaña adquiere más fuerza. El sol nos sigue acompañando por un rato, pero todos sabemos que apenas pase detrás del cerro comenzará el viento y el frío.

Entre armar la carpa, derretir nieve y comer se nos irá un buen rato, por lo que vemos que pronto tendremos que instalar el campamento. Tenemos el dilema entre seguir caminando con peso para adelantar camino para el siguiente día, versus armar campamento un poco antes y guardar energías. Finalmente se opta por lo segundo, ya que la hora es avanzada y la marcha es lenta.

Escogemos un lugar donde no hayan rodados visibles o riesgo de avalancha para instalar el CB. Terminamos cuando el sol solo se divisa en lontananza. Aplanar los sitios y construir pequeños muros de contención del viento nos toman un rato. Berni nos convoca para decirnos que el objetivo de la salida se cambia a la cumbre sur en lugar de la central, ya que es más viable que lo consigamos. Nos pasó la cuenta la aproximación más lenta de lo esperado y la instalación del CB más abajo.

El plan es salir a las 4:00 am en punto a atacar cumbre. Crampones ajustados, nieve derretida y organización de mochila antes de dormir. Con mi cordada comemos unos deliciosos tortellini, que terminamos con esfuerzo pero pensando en la energía que nos darán en unas horas. Conversamos un poco y me cuenta que está de cumpleaños. Feliz cumple compa!

Sábado 18 de septiembre

Ataque de cumbre

Tiquititi, tiquititi…la alarma suena a las 3:00 am y nos preparamos pa la segunda patita. Comemos unos panqueques muy similares a los que come 11 en Stranger Things, lo que me da un buen presentimiento. Sin hambre, me obligo a terminarlos, necesito superpoderes para lo que se viene. La noche no es tan noche porque la luna brilla brilla y casi no necesitamos nuestras linternas. Iniciamos marcha a las 4:15. La nieve está dura, pero con los crampones se agradece.

Nos espera una buena caminata en una pendiente leve hasta cuando luego de un poco más de una hora giramos hacia nuestra derecha. Aquí agradezco haber subido y bajado tantas gradas en el Nacional, porque se vienen muchos escalones imaginarios. Subimos, subimos, y seguimos subiendo. Me voy encontrando con distintos compañerxs, con quienes conversamos un poco, compartimos ración de marcha o nos sacamos el agua de las mochilas. Se mantienen los tres bloques dentro del grupo. Paula y Diego van abriendo, Dager y Gabino acompañan al segundo grupo; Berni, Tamara y Nico cierran.

La pendiente aumenta un poco más y cruzamos un mar de penitentes, como escalones más grandes. Siento la altura y tengo que ir parando más seguido. A lo lejos, veo cómo 4 personas se están devolviendo al CB y me pregunto si todo está bien. Luego nos enteramos que una compañera se sentía mal y sus cordadas, solidarias, la acompañan. En los penitentes me encuentro con otros dos compañeros que han decido volver también, uno de ellos está fatigado y considera mejor no seguir. Considero devolverme, me pregunto lo que siempre termino preguntándome en algún momento, qué hago aquí en lugar de echado en la carpa leyendo? Qué espíritu masoquista nos manda a subir estas montañas? Me paro por dos minutos, respiro, miro todo lo que he avanzado y continuo.

Tras 5 horas desde la partida del CB alcanzamos el sol en el portezuelo. Ahora voy con el equipo de cierre de la marcha, quienes nos van animando y organizando las paradas. Descansamos un rato al sol y seguimos el último tramo hacia la cumbre. Según la descripción de la ruta, quedaba un poco más de una hora para llegar.

Llegamos a una falsa cumbre. Aunque siento que me quedan energías, la altura me juega en contra. Veo que mi cordada estaba esperándome para el último tramo hacia la cumbre. Incluso dejo mi mochila para intentar subir más liviano, pero cada paso me agota. Finalmente decido no subir y sigo con la mirada al último grupo, alejándose hacia la cumbre. Mi cordada, a quien le agradezco muchísimo, se queda conmigo. Le sacamos fotos al Aconcagua, que nunca había visto tan directamente.

Así es como se veía la cumbre sur (4274 mtsm) con todos los que llegaron arriba. Grande Ramuch! De los 26 que salimos del CB, 18 consiguieron la cumbre sur del Tres hermanos. A las 11:00 estaban bajando todo el grupo.

Vuelta al CB

La vuelta fue tranquila, aunque con la nieve bastante más blanda. Luego del portezuelo, decidimos evitar el campo de penitentes, hacer un recorrido un poco más largo pero con menos pendiente. La laguna aparecía repetidamente y no dejaba de impresionarme todo lo que habíamos caminado.

En el CB nos espera una sesión de elongación dirigida por Paula. Mientras nos estiramos, conversamos sobre la jornada, la cual a pesar de que no todos hicieron cumbre, resultó sin nadie accidentado.

La tarde es para conversar. Si bien conozco a muy pocos, la rama mantiene un espíritu de liviandad y buena onda que me hace sentir bien. El punto de reunión es a unos metros de nuestros vecinos, donde somos bienvenidos a estirar nuestras colchonetas para tomar sol. Al poco rato me doy cuenta que ahí sentados cumplimos una función: llevar un registro exhaustivo de quién se encuentra ocupando el baño e indicar direcciones de dónde conviene ir según el nivel de privacidad requerido.

Cuando el sol nos deja comienza a correr viento y una bolsa huye perseguida por Gabriela. Finalmente la atrapa y vuelve orgullosa al campamento.

Antes de volver a dormir, derretimos más nieve para el último día. Dos litros para cada uno será más que suficiente. Carlos, intenta recuperar calor luego de haberse enterrado en un arroyo de agua gélida mientras exploraba la zona. Si bien consiguió salir rápidamente, los zapatos y parte de los pantalones quedaron empapados.

Lunes 19 de septiembre

Regreso a Santiago

8:15 am del lunes 17. Campamento desarmado y cordadas casi listas. Nos vamos de vuelta, la mayoría con crampones puestos dado que la nieve aún está dura y queremos evitar caídas. Hora planificada de llegada al centro de ski, 12:30 pm.

El regreso a Santiago es tranquilo. Orly nos muestra sus habilidades de artesano de nieve, retratando a su cordada. Inmediatamente, se le unen más artistas que prefieren guardar anonimato.

Esta vez, hacemos menos paradas donde se reúne todo el grupo. Principalmente, luego del primer macizo, me junto con el primer grupo, quienes llevan descansando un buen rato y se preparan para seguir.

En el segundo y último paso también se instala un pasamano, que facilita la confianza de todos.

Finalmente, llegamos todos y la mayoría terminamos en esta agua que nos estuvo tentando cada día. Creo que Daniel fue el único que aguantó más de 10 segundos. El agua helada fue en todo caso muy saludable, quizás gracias eso no me dolían tanto las piernas durante el resto de la semana.

Fonda y evaluación

29_evaluacion

Última parada, Fonda Oficial en Los Andes. Le llevó salsa, empanadas, juguitos naturales, chelita y refrescos varios. Nos sentamos en una mesa larga bajo un ondeante toldo gigante y luego de comer nos sentamos en unos pastos con una exquisita sombra a hacer la evaluación.

Temas a tener en cuenta fueron la importancia de la puntualidad en la hora de reunión en Santiago, que luego nos pasó la cuenta para poder haber llegado al CB planificado e incluso la posibilidad de atacar la cumbre central. Todos los atrasos se van sumando. También falta más entrenamiento, tanto de cerros y cancha para los que se vieron fatigados. En cuanto a organización, es clave que aquellos inscritos cumplan y no se bajen a última hora, ya que perjudica la coordinación del transporte. En lo positivo, se celebró que nadie se accidentó y que se consiguió la cumbre sur. Se agradeció públicamente la solidaridad de las cordadas, el apoyo de los compañeros con más experiencia, los grupos de apertura y cierre, la organización del transporte y la coordinación de la Berni quien por lo demás partiría a las tierras de Edmund Hillary.

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Travesía de Ramón

Nos reunimos a las 8:30 horas en la plaza San Enrique, para tomar los colectivos que – recorriendo unos 5 kms – nos dejarían en la entrada del Parque Puente Ñilhue. Allí nos aprovisionamos de agua y Erick, como jefe de salida, dio la correspondiente charla antes de iniciar al ascenso hacia el Cerro Provincia.

Partimos a las 9:30 hrs, a paso tranquilo pero ganando altura rápidamente y dejando la neblina atrás, pasamos por la loma de la vaca y luego sobre vallecito hasta la canaleta (literalmente una canaleta) por donde se encauzaba una vertiente. Allí nos dimos el primer descanso, comimos un poco y rellenamos nuevamente las botellas, puesto que no tendríamos agua hasta el Provincia, en donde deberíamos derretir nieve.

Proseguimos la marcha hacia Alto del Naranjo, lugar al que llegamos a las 12:50 hrs aprovechando de almorzar con una bonita vista hacia la Cordillera y compartiendo con el resto del grupo, puesto que algunos recién nos estábamos conociendo en esta salida. Unos veníamos de estar pronto a finalizar el curso básico, mientras que otros ya llevaban años en la Rama. Luego, el sendero prontamente conectó con la ruta que proviene desde San Carlos de Apoquindo, y continuó por el filo con una pendiente que disminuyó notoriamente. Seguimos bien compactos hasta llegar a la base de la pendiente que, en un desnivel de unos 700 metros, nos llevaría hacia la cumbre del Provincia. Desde aquí los ritmos de cada cordada se diferenciaron un poco, por lo cual nos separamos, pero sin dejar de tener vista hacia los demás compañeros. Después de varios descansos cortos, llegamos hacia el paso de rocas para el ataque final. El resto del trayecto estaba cubierto de nieve hasta la cumbre, a la cual los primeros llegaron a eso de las 16:30 horas para finalmente juntarnos todos una hora más tarde aproximadamente. A medida que las cordadas llegaban a la cumbre disfrutamos un rato de ella y nos tomamos las fotografías respectivas.

La Cordillera de los Andes se mostraba imponente y podíamos apreciar gran parte de la ruta nevada que debíamos recorrer el día siguiente. Allí, a 2750 m.s.n.m y al lado del domo, armamos las carpas y cada cordada se dispuso a cocinar para la respectiva y necesaria cena. El ambiente era distendido, se compartía fuera de las carpa o dentro del domo, y el frío pasaba a segundo plano con el buen ánimo que había. Al pasearse por el campamento, se sentía el aroma a comida de las cordadas más gourmet. Con mi cordada todo era buena onda: comer harto, rico y reírse bastante. Después fuimos a la cumbre a contemplar un ratito y conversar de la vida. A eso de las 10 pm ya nos disponíamos a dormir. No sabemos cómo habrá dormido el resto, pero para nosotros fue tragi-cómico: la inclinación con la que quedo la carpa, que si bien era leve nos amontonó a un costado de la misma, así que dormimos entre cortado pero de todas formas igual logramos descansar lo necesario para el día siguiente.

A las 07:00 am, o un poco después, ya estábamos desayunando y desarmando el campamento. La instrucción dada la noche anterior era estar listos para salir a las 8:30 am. Quizás varios despertamos antes con un grupo que salió a las 5:30 horas desde el domo. Uno de nuestros compañeros decidió devolverse a Santiago desde el Provincia, por problemas con el calzado que andaba trayendo. Finalmente empezamos a caminar a las 9 horas, bajando el filo nevado que continúa hacia el sur y que nos hace perder unos 200 metros de altitud rápidamente. Allí nos colocamos los crampones para hacer un paso y continuamos sin ellos por una ladera que se encuentra en el oeste, para luego subir hacia el este y retomar el filo. La mayoría volvimos a ponernos crampones (y no nos los sacamos más) para llegar – luego de 3 horas de marcha – a la cumbre del Morro del Tambor (2880 m.s.n.m). Para muchos, marchar en la nieve y usar crampones era novedoso, era una experiencia distinta. Por ello Erick explicó brevemente como marchar con ellos con seguridad por este terreno, previendo que prácticamente los usaríamos durante el resto de la jornada.

El día estaba soleado y corría una brisa fresca. Una que otra nube se iba formando en el valle y de vez en cuando hacía borrosa la vista hacia el Provincia. En el trayecto imperaba el blanco y el azul lo que nos daba una sensación gigante de espacio y de lejanía con la ciudad. Nuevamente debimos bajar, ahora desde el Morro del Tambor, no sin antes darnos un buen descanso. La ruta estaba especialmente bella con las laderas nevadas, las rocas sobresaliendo de la nieve y las cornisas que nos advertían transitar con cuidado. Las vistas eran impresionantes, no me cabe duda que estábamos todos disfrutando mucho lo que en cada paso podíamos apreciar.

Almorzamos en una pequeña planicie, con una vista espectacular de la Cordillera. A ese lugar recuerdo haber llegado adelante y sumamente apurado: tenía ganas enormes de ir al baño (fue un martirio esperar que pasen todos por la ruta y una odisea buscar un lugar no expuesto a la panorámica de mis compañeros. Pero sirvió para tomar la foto de la portada de este relato). Los ánimos de todos eran muy altos, y si bien se hacía más evidente el cansancio, también se notaban las ganas que cada uno le iba poniendo a la marcha. Después de todo, en cada momento había una perspectiva nueva del paisaje y estaba esa sensación de verse cada vez más pequeño en la montaña. Terminado ese reponedor almuerzo, continuamos la marcha por una ladera cercana a un filo, donde ya no tendríamos vista hacia Santiago, sino sólo cerros y nieve.
Tomamos la última pendiente exigente y al fondo vimos lo que parecía otro filo (perpendicular a nuestra marcha), donde daba la impresión que podía estar el domo, lo que efectivamente fue así. A las 16:00 hrs. horas llegó el grupo completo, nos abrigamos pues la temperatura ya empezaba a bajar y armamos el campamento.

A las 5 debíamos salir – sin peso – hacia la cumbre del Cerro de Ramón, la cual teníamos a la vista desde donde estábamos. Nos retrasamos un poco, pero subimos rápidamente por la nieve y con bastante frío. Mientras caminábamos por el filo, el sol, ya entrando a los cerros de la Cordillera de la Costa, pintaba por varios minutos el manto de nieve de increíbles tonos amarillos y naranjos, éramos espectadores privilegiados de aquel momento y cargados de cierta ansiedad por llegar a la cumbre.

La cumbre estaba muy cerca, a ella íbamos y caminábamos sin dejar de ver como el sol raudamente desaparecía en los cerros. Y así, entre las 6 y 6:20 pm las cordadas fueron arribando gradualmente a la cima del Ramón, a 3253 m.s.n.m. Nos abrazamos fuertemente entre cordadas y con el grupo. Realmente produce una enorme satisfacción no sólo el llegar ahí, sino que también el hecho de percibir la misma alegría en tus compañeros. Ya podíamos ver la franja naranja en el horizonte y como lentamente empezaban a titilar las luces en Santiago. La vista en 360° nos reafirmaba el por qué estábamos allí. Estuvimos unos 45 minutos arriba y más que felices.

Bajamos con los frontales hacia el campamento, y nos dispusimos a cocinar para reponer las energías de esa jornada. En un momento salí de la carpa, alumbré con el frontal y vi dos ojos brillando a unos 50 metros y que se acercaban. Luego veo al animal de perfil: se veía grande y con una gran cola. En mi mente pensaba (y deseaba) que era un puma, a pesar de las bajas probabilidades de ver uno en ese lugar. Hasta me emocionaba la idea de poder ver uno, por eso efusivamente le digo a mi cordada que al parecer anda un puma jaja: al final era un zorro culpeo, curioso quizás de nuestra presencia (o de nuestra comida).

Parte del grupo durmió en el domo y recibían mensajes de whatsapp con lo que ocurría en el partido de Chile con Argentina por la final de la Copa América. Desde las carpas oímos los gritos efusivos de nuestros compañeros por la victoria de la selección. Por su parte, en la carpa teníamos nuestra propia tertulia con la Paz, el Seba y el Ariel, riéndonos de las tallas incontables (en el sentido de que no se pueden decir abiertamente) que suceden en la cordada. Como la carpa que nos prestó la rama era grande, ofrecimos un cupo que tomó una de nuestras compañeras. Esa noche dormimos mucho mejor, sobre todo porque esta vez la inclinación del suelo no nos hizo amontonarnos.

Al día siguiente empezamos a levantarnos desde las 7 am. La verdad es que nos costó un poco. Afuera el viento soplaba y hacia bastante frío, pero la mañana estaba muy luminosa. Luego de desarmar, creo que muchos queríamos nada más que caminar para agarrar calor en los pies. Estando todos listos para iniciar la marcha, nos dispusimos a dejar el campamento y descender hacia el manzano, haciendo huella en la nieve virgen.

Rápidamente perdimos altitud, siguiendo el filo del sur (había que ser cuidadoso en no desviarse de él para poder salir en el lugar correcto). Aprovechamos algunos sectores planos para descansar, conversar entre el grupo, que a esa altura, estaba bien cohesionado y se transmitía muy buena energía entre los compañeros. Y no parábamos de disfrutar lo que la ruta y el paisaje nos ofrecían. Sin embargo, El Orlando (Orly [sí, como el chocolate], según su cordado Kevin), estaba bajando con fiebre pues desde la noche anterior que no se sentía muy bien, pero lo que sí sintió bien, fue el apoyo del grupo para no bajar la moral y eso nos lo hizo saber durante la evaluación.

Continuamos descendiendo hasta llegar al Portezuelos los Azules y posteriormente al costado del refugio del arriero, donde almorzamos. Desde allí, en cerca de 1 hora, llegamos al estero el manzano, el cual debimos cruzar 8 veces. El paisaje ya había cambiado notablemente: la nieve y las rocas dieron paso al verdor de los bosques que crecen en la quebrada, alimentados por las abundantes aguas que escurren por otras quebradas secundarias hacia el estero el Manzano. Y así anduvimos, sintiéndonos por algunos momentos en los bosques del sur, junto con árboles grandes, la humedad que a ratos se sentía abruptamente, el sendero que en ciertos tramos transcurría como un pequeño arroyo por el agua que se encauzaba en él, y el sonido constante del fluir del agua quebrada abajo.

A la carretera llegamos a las 6 pm. Nos juntamos todos en el puesto de empanadas que está al costado, para – además de comerlas con ganas – hacer la evaluación de la salida, que resultó bastante positiva. Agradecer a Don Arturo y Don Francisco por ponerse con parte de la empanadas para el grupo; al Erick, por transmitirnos parte de su experiencia y humildad; a mi cordada por la buena onda que hay tanto dentro como fuera de los cerros; y al grupo en general, porque entre todos creamos un clima
súper bonito para disfrutar de la montaña durante esos tres días.

Al final, estábamos realmente felices de haber cumplido el objetivo: hicimos la travesía invernal de la Sierra de Ramón, con sus cumbre respectivas (Provincia – Tambor – Ramón) y, lo más importante, volvimos todos bien a nuestros hogares.

Jefe de Salida: Erick Vásquez
Cordadas:

Hans Nordheimer – Matías Molina

Ariel Alvéstegui – Arturo Alvéstegui

Orlando Solís – Kevin Lee

Erick Vásquez – Diego Pantani

Francisco Carrasco – Valentina Araneda

Gabriela Anríquez – Diana Cid – Hernán Funes 

Paz Soto – Sebastián Silva – Gastón Fuentes

Andrés Retamal – Bernardo Sagredo – Leonardo Navarro

Relato y fotos: Gastón Fuentes

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Retumbadero Norte

21-22 mayo 2016

Berni/Edgard/Gabino

Magda/Hans/Dager

Pablo/Carlos/Carla

Finalmente luego de posponer la salida 2 fin de semana consecutivos y dado el buen pronóstico del tiempo, decidimos fijar la fecha de este cerro para el 21 de mayo. Como toda buena historia, partió con contratiempos. El metro cerrado temprano por el feriado y algunos percances entre los participantes retrasaron una hora la salida de Santiago. También, ya en las vizcachas nos preguntábamos si ir al cerro era buena idea, debido a las amenazantes nubes que moraban sobre la ciudad y a la fuerte lluvia que nos obligó a cubrir nuestras mochilas en la camioneta.

Ya en San Gabriel todos reunidos (9, al igual que la comunidad del anillo), para nuestra tranquilidad, un microclima gobernaba la zona y el un sol radiante nos esperaba. A las 12, ya con todas las cosas distribuidas partimos la marcha, buscando por las laderas y entre los cercos el mejor camino a nuestro destino. Horas más tarde, las nubes citadinas comenzaron a subir y la nieve no tardó en venir. Para nuestra fortuna, más que un contratiempo fue la manera perfecta de evitar el sol, ya que dos horas mas tarde, al llegar al campamento, volvió a despejar y la temperatura resultaba bastante agradable.

El inicio

La luna se fue y llegó el sol. Con él decenas de cerros se revelaron ante nosotros, la vista era sublime y la motivación estaba al máximo. El primer obstáculo era un traverse muy expuesto, en el cual una caída resultaría fatal, aquí instalamos un pasamanos de seguridad para sortearlo. En este punto ya resultaba absolutamente evidente que el piolet y los crampones sería indispensables para seguir la marcha. Al cabo de una hora, una pasada bastante empinada nos hizo montar una reunión improvisada y con un cordín auxiliar ayudamos a algunos que aún no se sentían cómodos con el piolet y los crampones. Aquí, Carla y Pablo decidieron regresar al campamento.

Las trepas por roca y nieve no paraban y tras cada obstáculo no era raro escuchar: “se ve cuatico!”, “Por donde será?”, “otra más?”, etc, etc. Las cornisas, la nieve blanda y los laberintos entre las rocas eran la tónica de la ruta. Encontrar el camino a vista no resultaba evidente siempre y no quedaba más que seguir por el filo y esperar que existiera una buena pasada. Un segundo paso complicado de rocas nos obligó a hacer una segunda reunión y al considerarlo un poco riesgoso, decidimos no continuar si la ruta exigía una tercera. Tras superar esta escalada nos ilusionamos al escuchar de Dager que quedaban unos 20 metros para la cumbre, en breves minutos quedaría en evidencia que era una ante cumbre y la verdadera se encontraba a un par de cientos de metros, tras un leve bullying continuamos la marcha. La ruta no se mostraba evidente y la energía en el grupo ya mermaba, eran alrededor de las 10 am. Algunos dejaron sus mochilas para continuar livianos. 

DCIM\100GOPRO

Una ultima pasada, que se veía bastante peligrosa, obligo a Hans y a la Magda a quedarse a unos pocos metros de la cumbre. La Magda había cumplido, para ser su primer cerro (exceptuando el provincia), llegar hasta ahí era todo un mérito. Hans como buena cordada y como tampoco tenía mucha experiencia decidió acompañarla. Los 4 restantes decidimos continuar, luego de unos 15  minutos y siendo alrededor de las 11 am, tras superar una cornisa amenazante y unos trepas en roca, llegamos a la cumbre. Tras la foto de rigor y un poco de agua bajamos rápidamente ya que el sol se hacia sentir, sopeando la nieve y haciendo más peligroso el regreso.

Emprendimos el regreso y unas caídas de Edgard, con perdida de casco incluida, y de la Berni  nos dejaron sin aliento unos segundos. A las 15 hrs estábamos de vuelta en nuestras carpas. Ordenamos las cosas y con el resto del grupo empezamos a caminar hacia los autos. Cuando quedaba alrededor de media hora Carla se dobló el tobillo gravemente y toda una operación de rescate se puso en marcha. Unos bajaron a San Gabriel en busca de ayuda, mientras Pablo y Edgard apoyaban a la accidentada, que a pesar de la lesión lograba (y prefería) bajar por sus propios medios. El resto intentaba facilitar el rescate en caso que la ayuda demorara, bajando la mochila, buscando el camino y acercando los autos. Ya en la parte mas plana improvisamos una camilla y agilizamos la marcha. Cuando quedaban unos 100 metros al auto, llegaron los bomberos y como la pendiente se hacia más abrupta, Carla fue bajada en una camilla especializada. Rápidamente la llevamos a San José para realizar los chequeos respectivos los cuales determinaron fractura de tibia y peroné.

La salida nos deja con una sensación ambigua, entre la felicidad de haber llegado a esta cumbre que costó bastante y las tristeza del accidente. También nos deja una lección de lo expuestos que estamos en la montaña y que los riesgos siempre están presentes y debemos estar preparados para afrontarlos.  Las radios fueron protagonistas de esta escena, la falta de linternas funcionando y nuestro poco conocimiento médico fueron los antagonistas. Sin duda queda mucho por aprender y mejorar, afortunadamente esta vez el accidente no pasó a mayores.

Felicitaciones a los participantes que lo dieron todo en un cerro que resultó bastante complejo y por apoyar hasta el final. No nada mas que decir: Carla, recupérate pronto.

Colorin colorado, el retumbadero  no ha acabado (se viene el retumbadero alto).

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Bienvenida 2016

Descripción: Salida de Bienvenida, Cerro Punta Horizonte.

Fecha: Sábado 30 de Abril y Domingo 01 de Mayo, 2016.

Encargada de Salida: Magdalena Muñoz.

Relato: Diana Cid.

Comenzamos nuestra gran salida de bienvenida un hermoso sábado 30 de abril del 2016. Cabe mencionar que los fines de semanas previos estuvieron llenos de lluvia es por esto que la mayoría de los participantes de la Rama, en especial los integrantes del curso básico, estaban deseosos de adentrarse en la montaña.

Es así como ese sábado todo estaba planeado para comenzar a cargar el bus a las 9:00 horas. No obstante, el bus nunca llegó. Sin embargo, esto no disminuyó el interés ni el entusiasmo de nuestros compañeros. Ya que ante este infortunio, el grupo se organizó para llegar en locomoción, algunos en autos propios, otros en metro bus e incluso algunos en colectivos. Todos hacia el sector del Toyo, específicamente a la Reserva Coyanco. Una vez que el grupo estuvo reunido en la entrada de la Reserva y se repartieran los suministros, que utilizaríamos más tarde en nuestro asado de bienvenida, se dio comienzo a la caminata para llegar al lugar de campamento.

Caminamos cerca de 40 minutos al lugar del campamento. Armamos nuestras carpas, las cuales eran varías considerando que éramos 36 participantes en esta instancia. Descansamos un rato. Varios prepararon almuerzo. Destaco el menú masterchef de la cordada de nuestra presi Berni, donde Daniela se lució realizando una gran salsa blanca con diversos mariscos, entre ellos camarones. Sin embargo, esta no fue la única cordada gourmet. Hubo por ahí ravioles al pesto, cus cus con diversas verduras, millones de salsas elaboradas. Había que aprovechar la cercanía de esta salida para comer lo mejor posible.

Después de nuestro almuerzo gourmet, algunos decidieron ir a descansar a sus carpas. Otros se quedaron sociabilizando y algunos fueron al inicio del recorrido a buscar agua, ya que el agua que estaba cerca del campamento hizo dudar a varios de los asistentes si se debía consumir. Luego, a eso de las 19:00 horas nos reunimos para comenzar el gran asado que teníamos preparado para esta salida. Estaba enfocado en poder conocernos y fortalecer los lazos entre los integrantes de la rama. Por otro lado, su enfoque deportivo estaba en las actividades del día domingo, la cual sería subir el cerro Punta Horizonte. Mientras se comenzaba con el asado cada uno de los participantes de la salida se presentó ante todos los miembros, dando lugar a una jornada pintoresca llena de buenos momentos. Incluso hubo música a cápela por parte de unos chicos motivados que cantaron sin parar gran parte de la jornada. Destaco el gran corazón puesto en su canto, más que su buena afinación. Así mismo, diversos integrantes conversaron sobre sus intereses, experiencias y sobre la vida misma.

Pero todo tiene un final y esta salida, como habíamos dicho, no sólo era de camaradería sino que también deportiva. Así que se acordó que todos debían de estar en pie a las 7:30 am del domingo 01 de Mayo para ascender a la cumbre del Punta Horizonte y estar de vuelta en el campamento antes de las 17:00 horas. No obstante, el clima nos tenía una sorpresa. Durante la madrugada comenzó a llover. Muchos despertamos con el hermoso ruido que forman las gotas de lluvia deslizándose sobre nuestras carpas y con una temperatura ambiente exquisita donde casi bastaba estar en polera. Nuestra encargada de salida Magdalena Muñoz se asesoró y conversó con diversos integrantes del grupo para encontrar la resolución más óptima ante lo ocurrido. Según lo que podíamos ver en internet no seguiría lloviendo mucho más. Sin embargo, mientras amanecía seguían unas amenazantes nubes negras encima de nosotros. Por ello, se decidió a esperar hasta las 9:00 horas para reevaluar una salida a un sector más cercano. Y así se hizo.

Comenzamos a caminar por el costado del río. Mientras comenzamos nuestra pequeña aventura, fuimos buscando senderos que pudiésemos seguir. El grupo seguía muy entusiasta y con ánimos de llegar a una cumbre, aunque fuera una pequeña lomita, es así que recorriendo y perdiéndonos entre senderos subimos por nuestro propio camino. Podríamos decir que en conjunto creamos la forma para llegar a nuestra cumbre, al mirador de una loma (que no sé qué nombre tendrá) pero que nos unió como grupo. Llegamos cerca de las 12:20 horas al mirador, descansamos un rato y nos dimos cuenta que había por el costado opuesto al que subimos, un sendero marcadísimo que podría llevarnos de vuelta hacia el lugar del campamento, y efectivamente así fue. Este sendero era como un paseo en el parque, estaba muy marcado y entre medio de mucha vegetación de distintos colores. En general, pudimos apreciar desde un comienzo que era un sector lleno de los más diversos colores que podemos encontrar cuando los arboles cambian de estación.

Después de 30 a 40 minutos de caminata llegamos al campamento base a comer y ordenar nuestras cosas para partir a casa a eso de las 15:30 horas. Al final de esta travesía nos quedamos con el corazón lleno de experiencias forjadas al compartir con nuestros compañeros, en una instancia que no se da muchas veces y con muchas ansias de poder realizar más salidas deportivas que nos lleven a adentrarnos a las montañas.

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Cerro el Plomo

Cada loco con su ruta

Por Maximiliano García

El Plomo es un cerrazo. Escogido por los incas como «Apu» (guardián), domina todo el valle central de Mapocho, abasteciéndolo generosamente de agua proveniente de sus diversos glaciares. Desde su cara sur nace el estero Molina, que junto al estero de Yerba Loca forman el río Mapocho. Desde los glaciares más occidentales y septentrionales, en cambio, el Plomo alimenta al río Maipo, formando al principio el río Olivares, afluente principal del río Colorado, que antes de dejar los valles cordilleranos interiores se suma al caudaloso Maipo.

Objetivo: Cerro el Plomo

Fecha: 25 al 28 de Diciembre

Jefe de salida: Felipe Morales

Participantes:

Ruta Normal variante por el Iver: Ariel Russell, Verenna Rinnofner, Martina Monckeberg, Ignacio Villagra, Paula Urizar, Felipe Grasset, Diego Ramos, Felipe Morales, Willy Montenegro, Juan Carlos Plumas, Maximiliano García, Cristian Figueroa, Alejandro Sánchez, José Miguel Díaz, Armin Aros, Guillermo Reyes, John Monroy y Martina Krupková.

Ruta por el Glaciar Iver: Dager Borvarán, Tamara Rivera, Ignacio Quiroz y Francisco Osorio.

Ruta por el Glaciar Colgante: Gabino Reginato y Camilo Tapia

La última salida del año 2015 de Ramuch, como es usual, tuvo como escenario el imponente y entrañable Cerro El Plomo (5424 msnm). Esta vez, sin embargo, tuvo un sabor más dulce que en otras ocasiones: el sabor de haber hecho cumbre por tres vías diferentes. Si bien muchos cerros permiten ascensiones de diferente dificultad por diferentes rutas simultáneamente (en la misma época), poco se aprovechan esas oportunidades de reunir a gente de conocimientos, capacidades y aspiraciones diferentes en torno a un mismo objetivo. Esta vez se hizo, y con esto en mente empieza este relato.

Día I: Aproximación hasta Piedra Numerada

El día 1 de este relato cayó en Navidad, así que todo comenzó más bien tarde. El grupo que iría por la ruta normal se reunió a las 14 horas en el Unimarc del Metro Escuela Militar, y una hora antes lo mismo habían hecho los grupos que irían por los glaciares, todos con una puntualidad que rara vez se observa en fechas similares. La partida de los vehículos del grupo mayor se concretó más o menos 1 hora después, sin contratiempos hasta Valle Nevado. Hasta aquí todo iba según lo planeado.

El plan era llegar con los vehículos a Tres Puntas, y ahí iniciar la marcha. La camioneta de Gabino llegó a dicho punto con los grupos de los glaciares Iver y Colgante y su equipaje, e iniciaron su marcha hasta Piedra Numerada (algunos hasta Federación directamente) sin contratiempos. El grupo de la ruta Normal estuvo cerca de hacer lo mismo, pero los guardias de Valle Nevado dijeron otra cosa, y la infalible Mahindra de Willy debió quedar estacionada en el estacionamiento del Centro de Ski, y así se inició una no-muy-apasionante marcha por el camino vehicular hasta Tres Puntas, donde esperaban Felipe con su hermano, quienes en su camioneta (que se devolvió el mismo día a Santiago) cargaron las mochilas hasta allá.

Una vez reunido el grupo en Tres Puntas, nos colgamos las mochilas a la espalda, ajustamos riñoneras y empezamos la marcha hasta Piedra Numerada alrededor de las 18:30 horas. Fueron alrededor de 1:30 de caminata en un sendero de descenso regular con algunos tramos en ascenso, que culminaba con una vista sobrecogedora de nuestro objetivo, desde una perspectiva que no hacía más que reforzar el sentimiento de respeto y ansiedad que nos embargaba. Nos rodeaban las paredes del Valle del Río Molina, sosteniendo Cancha de Carreras por el Oeste y las cumbres del cordón del Cepo por el Este. Una bonita planicie al centro del valle nos albergaría esa noche, pero debíamos sortear unas vegas traicioneras que mojaron a más de uno.  Alrededor de las 20:00 montamos el campamento, preparamos la cena y compartimos la alegría de la ascención que recién comenzaba. A los 3370 msnm de Piedra Numerada, la altura no se sentía: no pasaba de ser una amenaza lejana aún.

Día II: Piedra Numerada – Federación

La segunda jornada empezó con calma. A las 7:30 empezaron a sonar los despertadores y a encenderse las cocinillas, mientras que a las 9:15 el sonido que se escuchaba era el de las últimas estacas siendo guardadas en las mochilas. Así, la segunda jornada de marcha comenzó pasadas las 9:30, con un retraso leve respecto al plan original pero irrelevante, considerando que llegaríamos a Federación (4100 msnm) en entre 4 y 6 horas más.

El camino empezó cuesta arriba, remontando las grandes irregularidades del valle de Molina. A poco andar cruzamos el estero Molina, que presentaba un rostro más amable que el que veríamos a la vuelta. Rápidamente “los del Iver” desaparecieron adelante, en su avance hasta La Hoya. Ahí acamparían, buscando aclimatar lo más intensamente posible en su preparación para el Volcán Tupungato.

Después de una hora de marcha, Felipe (L, de líder de expedición) nos detuvo para una charla sobre las pircas que los Incas establecieron en Cerro El Plomo y los valles circundantes, que fue complementada con la perspectiva militar de Willy. Un momento de instrucción y nutrición a los pies del subvalorado cerro Bismarck (4650 msnm) .

La marcha siguió sin novedades, subiendo algunos neveros y acarreos, y a ratos esperando a quienes se rezagaban. Es así como a las 14:30 llegamos a Federación, de dónde comenzaríamos el ataque a cumbre la madrugada siguiente. Los 4100 msnm de Federación nos daban algunas pistas amenazantes (dolores de cabeza, más bien) de lo que se venía, pero en general nos sentíamos como en un resort: sol, brisa fresca, agua cerca y un paisaje que aún no creíamos merecer. Por sobre el cordón del Cepo asoman algunas cumbres notables, como el Marmolejo y el Mesón Alto.Tras una necesaria elongación dirigida por Paula, instalamos las carpas en buenos sitios, almorzamos, y algunos conversaron, los más experimentados aconsejaron, y otros durmieron. Felipe (L) hizo una breve visita a quienes alojaban en La Hoya, 100 metros más arriba (100 metros bastante puneros). A las 16:30 empezó un breve curso de uso de crampones y travesía en glaciar, cortesía de Armin, John y Felipe (L). Tras esto, solo quedaba cocinar, calmar los nervios y dormir lo que se pudiera. El día terminó a las 21:00.

Día III:Federación- Cumbre – Piedra Numerada (o el día más largo)

Los primeros despertadores sonaron poco antes de las 3 am. Las frontales empezaron rápidamente a iluminar los avancés, y a ras de suelo las mucho más tranquilas luces de las cocinillas brillaban con la paz que nos faltaba a los novicios. Arriba, la Luna iluminaba todo el valle y sus glaciares.

La marcha empezó a las 4:05, casi puntual, remontando el acarreo que llevaba a La Hoya. Ahí nos juntamos con Alejandro, que acampó con los del Iver pero generosamente fue cerrando nuestro grupo. A la izquierda del sendero que subía, los glaciares centelleaban vivaces, ocultando el avance raudo de Nacho, Dager, Tamara y Pancho.

Las luces de Santiago y Rancagua surgieron por encima de Cancha de Carreras y el Pintor (4200 msnm) a eso de las 5:30 o 6:00 am. Las primeras luces del alba dibujaban a la derecha de nuestro campo visual las siluetas macizas del Marmolejo (6100) y San José (5850), y otros tantos que en la oscuridad se mantenían anónimos. A la izquierda, las estrellas y el glaciar, mudos. A eso de las 7:15 empezamos a llegar al refugio Agostini. A nuestra izquierda veíamos aún arriba al Leonera (4950 msnm); a nuestra derecha, multitud de sierras se dibujaban ya con el amanecer. Un rato después pudimos ver algo de la accidentada cara Norte y Noreste del Bismarck. Nuestra cumbre se veía (en realidad, no se veía) aún lejana, y algunos de nosotros ya afectados por la altura. Un par de mareos que terminaron con el desayuno en el piso pero que no concluyeron la aventura.

8:50 y ya recorríamos lateralmente el acarreo previo a la Pirca del Indio (5100). Leonera abajo ya a la izquierda. En la pirca del Indio por fín se abre la vista al Este, con el siempre asombroso Tupungato y sus compañeros al Sur, ordenados: Tupungatito, Nevado Sin Nombre, Alto San Juan y Nevado Piuquenes. Más al Norte el impresionante Polleras. Tras retomar la marcha y remontar una pequeña loma emerge una vista imponente: el glaciar Iver envolviendo la cumbre, desplomándose hacia el Oeste -también al Este, con menor pendiente y mayor esplendor. Por el medio se dibuja claramente el sendero, por el que se lanzó justo antes de nosotros sin crampones ni zapatos de montaña (ni idea de lo que hacían) un pequeño grupo de montañistas de mula. Cuando ya nos hacíamos la idea de lo que se venía, un notición: el líder decidió continuar la marcha no cruzando el glaciar para encontrar el acarreo final, sino ascendiendo por la masa de hielo hasta su final. Había que aperrar. Eran las 10:30.

La marcha zigzagueante por el glaciar duró casi una hora. El hielo estaba bueno, aunque hacia la derecha se veían sectores de hielo cristal que intimidaban. La pendiente iba creciendo a media que avanzábamos, y la vista hacia nuestras espaldas iba ampliándose a cada paso. Al llegar arriba, estábamos rendidos, pero sabíamos que quedaba poco. Avanzamos por entre las lomas, a la expectativa de lo que vendría. La (pequeña) multitud que se observa adelante advierte que el final está cerca. Al llegar, a las 11:30 los últimos, nos recibió una vista emocionante: al frente, el Juncal con sus glaciares abrazando un valle por el que desfilan hielos y macizos, junto al Nevado el Plomo. A la izquierda, el bello Alto Los Leones parecía presentar al colosal Aconcagua. A la izquierda, los glaciares de Olivares. Deslumbrante premio para 8 horas de esfuerzo, que sacaron algunas lágrimas y muchos gritos de alegría. Abrazos múltiples de cumbre, junto a los del Glaciar Iver, que habían llegado casi dos horas antes. Las noticias de que el avance de Gabino era firme por el Glaciar Colgante cerraban una mañana de alegría. Fotos de cumbre (más un par de videos sobreactuados), comer y empezar el retorno, pasado el mediodía.

Cruzar el glaciar de vuelta fue un agrado. En el traverse se habló de bajar por una ruta directa, más rápida y más entretenida. No parecían haber objeciones razonables. Cuando ya habíamos bajado demasiado para arrepentirnos empezaron las dificultades -pequeñas por cierto: una pequeña desescalada y unos acarreos demasiado empinados. Rápidamente llegamos a Agostini, y tras una breve parada el rápido retorno. Una laguna turquesa llamaba la atención en la morrena del glaciar Iver, en La Hoya. Ya a las 15:30 estábamos de vuelta en Federación.

Felipe apuntaba con sus binoculares hacia el glaciar, y se aferraba al walkie-talkie hablando con Gabino. Él hizo cumbre a eso de las 15:00, pero su cordada, Camilo, aún estaba en el glaciar, sin mostrar grandes avances pero sí una gran fatiga. Y las nubes se acercaban, con carteles enormes que decían “frío” y “tormenta”. Los ojos expectantes de todos no distinguían a nadie, pero escuchaban el relato a través de las radios con creciente frenesí. Rápidamente se armó un plan, en el que Gabino y Camilo saldrían del glaciar por el costado, buscando llegar a Agostini, donde serían alcanzados por Dager y Nacho, que les llevarían provisiones. Esto fue lo último que supimos antes de partir hacia Piedra Numerada nuevamente. Un poco antes, JM y Armin habían partido de vuelta a los autos, sumándose a John, Martina K. y Guillermo que habían retornado desde el cerro más temprano por la altura.

Al llegar (19:00 hrs.), mientras armábamos las carpas escuchábamos las buenas noticias: el plan había salido perfecto, y ya volvían todos a La Hoya, entre risas y fatiga. Elongamos, cocinamos y evaluamos en una ronda en la que abundaron las historias emotivas, como la de Felipe y su ascenso a los 15 años, que encontraba reflejo en este primer ascenso de Cristian a los 17 (¡que también era su segunda cumbre en Los Andes!). Muchos años de espera algunos, muchos años de sueño sin concretar de parte de otros; El Plomo siempre había sido testigo de nuestras vidas en Santiago y ese 27 de Diciembre habíamos sido testigos del paisaje que guarda. Esa noche dormimos como nunca.

Día IV: Piedra Numerada – Santiago

A las 8:30 del Lunes 28 empezámos a movernos. Un desayuno y levantamiento del campamento tranquilos nos permitieron partir a las 10:30; misma hora en que iniciaban el retorno los de los glaciares. A eso de las 12 estábamos de vuelta en Tres Puntas, mientras que los demás nos alcanzaron 15 minutos después. La bajada hacia Valle Nevado fue inmediata, tras cargar la camioneta de Gabino. Otros montañeros que venían de El Plomo nos llevaron a dedo en su maleta, de modo que a las 13:30 estábamos esperando que llegara el hermano de Felipe (¡gracias!). Llegó, cargamos la camioneta y enfilamos a Santiago. Una parada breve en las empanadas de La Ermita para volver a probar sabores más intensos que el atún, fungió de cierre de una salida intensa en lo físico y emocional. La coronación del primer año en la Rama, el retorno a la Rama, un paso (grande) más en la preparación para el Tupungato; este ascenso tuvo muchos significados diferentes, muchos más que las rutas recorridas. Lo común para todos fueron la cumbre y la inspiración para buscar nuevas metas.

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Relatos

Volcán San José

Salida Deportiva y de Aclimatación

Lugar: Volcán San José, R.M (5.856 m.s.n.m)
Objetivo: General: Cumbre; y en específico: aclimatar para el grupo “Tupungato”

Fecha: 15 a 18 de enero, 2016

Participantes:

De una u otramanera participaron de la salida: Eric, Tamara Rivera, Dager Bovarán; Ignacio Quiroz, Ingrid Alvial, José Miguel Diaz, Armin Aros; Gabino Reginato, Felipe Morales; Felipe Grasset, Paula Urizar; Francisco Osorio, Nicolas Villar y Alejandro Sánchez. Contábamos con mapas, teléfono satelital, señal de Claro en algunos lugares y 3 radios con canales cerrados.

Día 1:

El día 15 salimos 2 grupos a distintos horarios de Santiago con el objetivo de hacer el C.1 a 4.200, el C.2 a 4.800, atacar cumbre, bajar a hacer C.3 en Plantat y regresar descansados a Stgo., además de haber dormido en altura para aclimatar. Dado el retraso en la salida y lo duro del itinerario, se replanteó el C.1, llegando a “Las Lajas” (~3.600).

Ahí nos quedamos Paula, Felipe, Felipe, Gabino, Pancho, Nico, yo, Ingrid, J.M., Armin, Nacho. Ese mismo día en la noche salieron de Stgo. Eric, Tamara y Dager, sólo Dager con posibilidades de hacer cumbre. Ellos tuvieron que cruzar los ríos de La Engorda de noche y llegaron a Plantat muy tarde, donde hicieron el C.1.

Día 2:

La salida se demoró en parte porque el objetivo de quedarse a 4.800 parecía no tener sentido al tener que esperar a Dager y Tamara que se unirían al grupo, pero saliendo desde Plantat. Se decidió Llegar al campamento de 4.500 y pasar las próximas dos noches ahí para aclimatar. Antes de salir, mientras todos arreglábamos nuestro equipo, Armin nos anuncia que luego de conversar con su cordada decidió bajar, por problemas laborales. El camino desde las Lajas a 4.500 tenía bastante nieve, no vimos desprendimientos y entre los 4.200 y 4.500 pudimos rodear el glaciar de roca sin problemas. En los 4.500 había agua de deshielo. Dada la cantidad de carpas, quedamos dispersos en 3 sectores. Tamara y Dager llegaron sin problemas quedándose en el sector más bajo, con Gabino y Felipe.

Día 3:

Tamara y Gabino regresaron a Santiago. Atacamos cumbre: Ingrid, Ignacio, J.M., Dager, Felipe M., Felipe, Paula, Pancho, Nico y yo pasado las 4,00 a.m., buscando montar el acarreo y dirigirse al portezuelo entre las cumbre norte y principal para tomar el filo norte hacia la cumbre. Llevamos 2 radios una para los que abrían, otra para los que cerraban. La 3ra la bajaron para cuando hubiese que coordinar el regreso.

El acarreo lo sorteamos muy lento por una ruta diagonal. Ahí perdimos tiempo y energías. Sin embargo teníamos tiempo y los días previos la cumbre se mantuvo despejada durante todo el día, por lo que mantuvimos el ascenso. El grupo se dispersó por cordadas, y dado no subieron Tamara y Gabino, Felipe M. se unió con Paula y Felipe, y Dager con Pancho, Nico y yo. Ingrid decidió bajar luego de sentir mal de altura y correr riesgo de deshidratarse, siendo acompañada por Ignacio y J.M. siguió solo, pero se quedó con la radio de cierre.

Antes de llegar al portezuelo, se hizo un traverse por el glaciar hacia el filo norte de la cumbre principal. El cruce nos tocó ya con luz del día y además estaba con nieve que se podía cantear o hacer peldaños, por lo que no usamos crampones. Las cordada que iba adelante trataba de tener contacto visual con la de Paula y los Felipes y contacto con radio con J.M. pero nos distanciamos mucho durante el ascenso por el filo.

Arriba, se sentía la altura y el frío, y una vez en el borde del cráter, cada uno se sintió pequeño ante la inmensidad del desafío: una cumbre lejos hacia el este, un cráter enorme entre-medio y la cumbre oeste lejos al otro lado… ¿a dónde vamos? ¿vamos a la este, rodeamos y luego a la oeste?. Decidimos ir a la cumbre este que sabíamos era la más alta, caminamos rodeando el cráter y sintiendo viento sur que dificultaba el ascenso tanto como bajaba la sensación térmica. Mi cordada se separó en dos, Nico y Pancho adelante, Dager y yo más atrás. Dager quiso regresar. ¡Pero si ya estamos llegando! llegamos a un morro, pensamos que la cumbre estaba atrás, y lo estaba, pero bien atrás. Al Dager casi se le cae la cara, pero se veían Nico y Pancho en la cumbre. ¡Vamos! Seguimos y llegamos ¡Duro el cerro! ¡fuerte el viento! ¡se siente la altura! Llegamos. Yo me recosté y parecía momia, a Dager estaba con frío y se acurrucó entre-medio. Esto mientras esperamos. Llegó Felipe M. y después el otro Felipe y Paula. Faltaba J.M. ¿Lo esperamos? ¿Cuánto tiempo más? Contacto por radio, instrucciones. Ya la foto y nos vamos. Y Llegó J.M. El mismo J.M. dijo que le sorprendió que lo hayamos esperado tanto allá arriba. La foto cumbrera está con los 8 rameros (tipo medio día?).

Al regreso no hubo complicaciones, en el campamento nos encontramos con Ingrid quien instó a la convivencia del grupo. Primero pidiendo que haga mate para hidratar y compartir, luego instando a cocinar todos juntos. La tarde de descanso y recuperación fue súper grata. Los que tenían la carpa lejos igual pese al cansancio fueron a buscar su comida y utensilios para cocinar juntos, compartir el campamento, reconstruir la historia desde las distintas miradas y para la sana dispersión (a veces llena de imaginación, gracias al agua demasiado pura y/o a la falta de oxigeno).

En esas horas de relajo había que usar el teléfono satelital para coordinar con Gabino la hora de regreso, cosa que por algún motivo no resultó.

Día 4:

El regreso a Santiago fue tranquilo y sin inconvenientes hasta que Pancho se torció un pie. Por suerte ya habíamos bajado el glaciar, pero estábamos sobre 4.000. Cuando lo vi, estaba sentado a pata pelá y recibiendo un medicamento de parte de Nacho. Dijo que se torció el pie y se estaba vendando. Como cordada lo esperé para que bajemos juntos, el Nico le había cambiado su piolet por un bastón doblado y siguió adelante. Al verlo cojear, le ofrecí llevarle equipo, cosa que el Pancho no quiso por un rato. Luego de un trastabilleo y evidente dolor, le pedí que aliviane su mochila y me lleve cosas pesadas. Más abajo nos esperaban Nacho y Nico y ellos también cargaron peso. Tratamos de bajar por nieve haciendo peldaños para evitar que Pancho tuviera que cantear o pisar fuerte. A esa altura ya estábamos cerca de las Lajas, donde nos esperaba el resto del grupo. Desde ahí bajamos todos juntos.

Hasta Plantat no hubo mayor problema. Ya había habido contacto con Gabino y especulamos como regresar sin el vehículo de Armin. Descansamos bastante en Plantat y luego seguimos bajando. La parte dura para el Pancho fue la bajada a La Engorda. Mientras bajamos veíamos a Gabino corriendo por la Engorda. Nos juntamos y luego nos tocó el cruce de ríos, que por la hora estaban crecidos (tipo 17 hrs). De ahí todo era “plano” hasta el Cabrerio. Nos apretamos 11 rameros en la camioneta hasta San José, donde Ingrid, Ignacio y J.M. tomaron transporte público para bajar a Stgo. Eso luego de evaluar la salida y alimentarnos. Como era día lunes, estaba casi todo cerrado, pero los sandwiches en San José valieron la pena.

Relato por: Alejandro Sánchez