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Salida Septiembre- Volcán Antuco

Historia de un dieciocho

Son las 4:50 y ya me desperté un par de veces antes, el frontal se me quedo puesto en la bicicleta, pero ahora sí que lo echo de menos, mas encima anoche nos encargaron abrir la ruta. La linterna del Carlos alumbra poco también, pero en fin, resolveremos en el camino, son las 4:50 y tengo puras ganas de salir a caminar al cerro.

Famoso cono volcánico ubicado justo al lado poniente del lago Laja y que se formó desde dentro del antiguo volcán Laja, siendo aún visible parte de este antiguo cráter en la zona noreste del volcán. Este volcán ha tenido una notable influencia geológica en la conformación del valle central de la región del Biobío, influyendo en forma considerable en las cuencas de los ríos Itata y Laja-Biobío.

La salida de Santiago resulto levemente caótica, con el Carlos preparamos las ultimas cosas y partimos pa la Shell de Bilbao, nos pillamos con la Dani sentada en la cuneta, escuchando música, abstraída del bullicio ansioso de una ciudad que escapaba, los minutos pasaban y el resto de la prole esperaba en Grecia. Esto se venía pa largo, entonces que mejor que tomárselo con calma. Al rato llego el Gabino con la Espe y mientras cargábamos las cosas en el autobús mágico apareció el Felipe y el Camilo

Nos juntamos con los otros tres carruajes que componían nuestra caravana y partimos aplanando la carretera rumbo sur. El Diego y la Clau; El Erick, Nacho, Nico, Pancho y la Carmen; La Lore, con Hans, Rodrigo y la Ingrid y Nosotros: Gabino, Nannette, Espe, Dani, Carlos, Camilo, Felipe y yo, en total 19 humanidades que se asaban a fuego lento con el sol puesto sobre el techo. Yo me lleve un pancito y al puro olor salio el típico… a ver, déjame probar, y claro, todo buena ondi, no sabía lo que me esperaba.

Nos perdimos de vista rapidito con el resto de los cabros, la carretera iba llena de santiaguinos que partían a pasar el 18 a la zona de los valles, pero gracias a la comunicación inmediata y espontánea, acordamos juntarnos en la copec de Chillán, ya había caído la tarde y entrabamos a la noche, pero esto estaba recién empezando noma!!

Así que nos pegamos una estirada de piernas, encargamos unas promos.. de completo más bebida y cashamo como llegar a Larqui, un lugar tan pequeño que ni siquiera aparece en el mapa (de la copec) Antes de subir al auto de nuevo la Lore nos regaló la primera clase de baile y algunas motivadas prendieron altoque, el resto aun estábamos en rodaje

En Larqui nos recibieron con tecito y la tetera puesta pa las repeticiones, El Tio (de la Nannette) sucumbio ante la mirada de ternura de nuestra presi y los niños, que según los planes dormíamos en el patio, nos acomodamos en el living y el comedor, y las niñas cómodamente en las camas. Se dice que más de alguno roncaba como aserradero, yo no escuche na’ (quizá fui yo, jaja). Sonaron un montón de despertadores diversos, y algunos más de una vez y como el familión que somos, partimos moviéndonos lento como los continentes. La niebla a ras de suelo, iluminada tangencialmente, como solo puede hacerlo el amanecer, fue motivo más que suficiente para que el frente fotográfico saliera a capturar el momento

Con las maletas cargadas y el cuerpo más despierto, nos despedimos de los tíos de la Nannette y partimos rumbo a Antuco

Así que nos pegamos una estirada de piernas, encargamos unas promos.. de completo más bebida y cashamo como llegar a Larqui, un lugar tan pequeño que ni siquiera aparece en el mapa (de la copec) Antes de subir al auto de nuevo la Lore nos regaló la primera clase de baile y algunas motivadas prendieron altoque, el resto aun estábamos en rodaje

En Larqui nos recibieron con tecito y la tetera puesta pa las repeticiones, El Tio (de la Nannette) sucumbio ante la mirada de ternura de nuestra presi y los niños, que según los planes dormíamos en el patio, nos acomodamos en el living y el comedor, y las niñas cómodamente en las camas. Se dice que más de alguno roncaba como aserradero, yo no escuche na’ (quizá fui yo, jaja). Sonaron un montón de despertadores diversos, y algunos más de una vez y como el familión que somos, partimos moviéndonos lento como los continentes. La niebla a ras de suelo, iluminada tangencialmente, como solo puede hacerlo el amanecer, fue motivo más que suficiente para que el frente fotográfico saliera a capturar el momento

Con las maletas cargadas y el cuerpo más despierto, nos despedimos de los tíos de la Nannette y partimos rumbo a Antuco.

Paso la tarde y llego la noche, había en el grupo la sensación generalizada de que nos enfrentábamos a un Pochoco con nieve, que el Antuco no presentaba mayores dificultades. Tuvimos la reunión de coordinación y se designaron los roles, el Carlos y yo (Pablo) habríamos ruta y el Jon con la Martina cerraban.

Montaña, levantarse de noche, abrigarse como hijo único, cargar las colaciones, apurar al resto, prender los motores y salir!! Incriblemente los 21 estuvimos listos a las 5.10, con unos elegantes 10 minutos de atraso. Dejamos los vehículos casi al lado de los andariveles y a pocos pasos de empezar la marcha ya sentíamos el crujir de la nieve bajo las botas, había nevado durante la semana y ya estaba bien compacta. La temperatura, agradable para mantenerse en marcha, el cielo totalmente despejado y la nieve con pocas marcas de humanidad. De inmediato nos dimos cuenta que necesitaríamos los crampones entonces al poco andar ya estábamos equipados como árbol de pascua. Uno de la megacordada pajaroneo y opto por no llevar crampones, al captar la gravedad de tal descuido nos deseó buena suerte y volvió con el rabo entre las piernas (Ahí seguirá el Volcán esperando tu retorno). El choclo lentamente comenzó a desgranarse, habíamos hablado de una ruta que tomaba hacia la el norte y luego hacia el sur, pero nunca la vimos muy clara. Entonces con los cinco sentidos y medio fuimos leyendo el Volcán, midiéndonos con las pendientes, y pasándolo chancho.

La ladera se mantuvo bien homogénea, montados siempre en el ‘filo cumbrero’ todo era subir. En el último cuarto de la subida, la pendiente aumento, ahí la subida fue a 4 patas, pero solo para que las fotos salieran más montañosas.

Con la cara llena de risa nos sentamos a esperar reagruparnos, la cumbre se veía cerca, calculábamos que nos quedaba una hora, quizá un poco más. Atrás veíamos la hilera de rameros, dando lo mejor, poniendo en cada paso las ganas irrefrenables de ascender a respirar ese delgado aire.

EL último ascenso. La pendiente fuerte y sortear la pasada de un hongo de nieve era lo que nos separaba de la cumbre. Conversamos la ruta y a darle pata. Contra lo que esperábamos la cumbre estaba mucho más cerca, como si hubiese salido a encontrarnos, y en menos de 15 minutos ya veíamos la cordillera que se extendía al sur, y para colmo, atrás en el horizonte un Volcán haciendo erupción!! . Arriba, abrigados por los gases de la fumarola nos fuimos juntando y abrazando. Mi primer ascenso volcánico, agradecido de todos los participantes y ojala pronto hagamos más volcanes!! Son super entretenidos.

PD: A la 13:00, previa discusión por las elecciones de ruta entre lxs que abrimos y lxs que cerraron, comenzamos el descenso. Abajo nos esperaba la promesa de una fonda, con sus terremotos y cuecas. Agradecimiento especial al Diego, que hizo varias clases expres de descenso con crampones. Hay que mejorar nuestras técnicas en general y asumir un rol más activo en nuestra formación como montañistas.

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La Paloma

Salida Deportiva Octubre

Cumbre Cerro la Paloma, Ruta por Glaciar del rincón 10, 11 y 12 Octubre 2015

Ingrid Alvial/Tamara Rivera

Guillermo Reyes/Luis Caballero
Dager Borvaran/Francisco Osorio/Nicolás Villar

Edgardo Galaz/Gabino Reginato/Bernardita Araya

Relatora: Bernardita Araya

RAMUCH
Rama de Montaña Universidad de Chile Fundada en 1941

RELATO CERRO LA PALOMA

Sábado 10 de Octubre, todo partió como reloj, el grupo conformado por 10 entusiastas rameros se juntó puntualmente entre 8 a 8:15 am en el ya famoso Unimarc de Escuela Militar, en dos auto partíamos hacia Yerba Loca (ubicado en la Curva 15 de Camino a Farellones), no sin antes pasar a llenar los estanques en la bencinera.

Era temprano por lo que no tuvimos mayores inconvenientes en el tránsito y llegamos alrededor de las 11 a Yerba Loca, una vez registrados nos dirigimos a Villa Paulina, debo mencionar al caballo cruzado en los primeros metros del camino de tierra, el cual no quería moverse por ningún motivo! Guille, Luis e Ingrid tuvieron que bajar del auto y trataron de mover a nuestro amigo que tenía cero intención de hacerlo! Después de unos minutos cedió y pudimos pasar sin problemas. Llegamos a Villa Paulina, nos dirigimos al estacionamiento y dejamos los autos, pasamos al baño, recargamos agua, nos reunimos para las últimas indicaciones y partimos rumbo a Piedra Carvajal.

Iniciamos la marcha, el día era hermoso, estaba fresco y el sol iluminaba nuestro andar, al cabo de unas horas el grupo se separó en dos pero al andar equipados con radios siempre estuvimos conectados e informando de nuestro recorrido (un aplauso para los gestores de la compra de las radios que fueron de gran ayuda durante toda la salida).

Como Guille mencionó al inicio de la marcha nos fuimos deteniendo cada una hora para hidratarnos, comer algo, juntar al grupo y descansar unos minutos (las mochilas estaban pesadas y se hacía oportuna la detención). Después de aproximadamente 7 u 8

horas de caminata llegamos a Piedra Carvajal, extenuados por la marcha. Cada cordada inspeccionó el terreno para luego desplegar las carpas y dar inicio a nuestro campamento base. El lugar colmado de nieve por todos los rincones era un verdadero paraíso blanco.

Una vez instalados nos dispusimos a comer, cada cordada lo hizo dentro de su carpa ya que era tarde y hacia frio. Acordamos salir a las 4 am para iniciar la marcha hacia la cumbre. Siendo poco más de las 21 horas el grupo ya descansaba en los brazos de Morfeo.

Pasado las 3 de la madrugada ya empezábamos a movernos, tomando un buen desayuno, hidratándose con tecito y equipándonos con la ropa y equipo adecuado nos reunimos para las indicaciones del líder de la salida. Todo claro y nos dispusimos a marchar a eso de las 4:20 de la madrugada, el clima nos acompañó desde el principio, nada de frio, no corría viento y el cielo estrellado iluminaba nuestro andar…se veía increíble.

Nuestra caminata era fluida a pesar de la gran cantidad de nieve acumulada, ya en el plateau el terreno empezó a inclinarse de a poco, y nos vimos exigidos al llegar al glaciar que se asomaba tímidamente bajo la gruesa capa de nieve. Fue ahí donde nos detuvimos unos minutos y mediante las comunicaciones de radio, Guille dio aviso que Ingrid se sentía mal desde la noche anterior por lo cual iniciaban la retirada hacia el campamento base.

Seguíamos nuestro andar y el terreno cada vez se inclinaba más, la nieve a ratos era muy densa, nuestros crampones crujían al contacto con ella, en otras ocasiones se volvía suave y delicada dejándonos ascender por peldaños. Cuando ya amanecía el frio se estaba haciendo notar y todos deseábamos que el sol nos cubriera lo más rápido posible.

Cuando el sol ya estaba sobre nuestras cabezas la marcha se hizo más agradable aunque el frio no nos dejaba, seguimos marchando hasta divisar la falsa cumbre que se veía bastante lejos y el plano seguía inclinado. Continuamos avanzando parando a ratos para comer e hidratarnos tan solo unos minutos porque el frio invadía rápidamente

nuestros cuerpos. Fue aquí cuando recibimos el llamado de Luis y Tamara que nos comunicaban que no alcanzarían el horario fijado para llegar a la cumbre por lo que daban media vuelta e iniciaban el regreso al campamento base.

Al llegar a la falsa cumbre, debo confesar que me sentía exhausta! Y creo que los chicos también pero ya estábamos cerca y debíamos llegar a nuestro objetivo. Fue así como después de unos minutos sentados en un manchón de piedras decidimos emprender el último tramo. Ya con las ultimas fuerzas llegamos a la cumbre a eso de las 12 o 12:30 del día, objetivo logrado!, abrazos varios, gritos de alegría, foto de rigor y un merecido descanso en la cima.

Una vez recuperamos en algo las fuerzas iniciamos el camino de regreso, el día era hermoso ya no hacia tanto frio y la bajada fue rápida pero igualmente cansadora.

Ya reunidos en el campamento base compartimos alimentos y comentarios sobre la ascensión. Realmente estuvo agotadora pero el sentimiento de felicidad y alegría de cada uno hace que cada paso dado valga la pena, el compañerismo demostrado y la fraternidad del grupo me dejan con una satisfacción difícil de describir.

Extenuados por la larga ascensión, y después de haber compartido una serie de alimentos (debo mencionar los sándwiches gourmet de Luis y Guille a base de salchichón español!), acordamos levantarnos temprano para salir en la mañana rumbo a Villa Paulina e iniciar el regreso a casa.

Después de 4 horas de marcha llegamos a Villa Paulina, encontrándonos con un puesto de jugos naturales maravilloso! Repusimos fuerzas, nos reunimos para concluir la salida, todo bien, cargamos los autos, despedidas, abrazos y hasta la próxima!.

“No es más quién más alto llega, sino aquel que influenciado por la belleza que le

envuelve, más intensamente siente”

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Salida aniversario al Punta Universitaria

28 y 29 de Noviembre, Sector Valle del Aparejo, 3927 m.s.n.m

Alejandro Sánchez e Ingrid Alvial

Desde su fundación en 1941 nuestra rama de montaña ha liderado importantes expediciones y desafíos deportivos; antigüedad y logros que nos llenan de orgullo y nos motivan para enfrentar nuevos retos y elevar cada vez más alto nuestro cuerpo y espíritu. Es por eso, que hoy a los 74 años de su fundación nos planteamos reunir a nuevos y antiguos miembros en una jornada de compañerismo, complicidad y celebración.

Como cada salida fijamos un punto de encuentro que en esta ocasión correspondió a la comuna de Macul (específicamente avenida Departamental con La Florida) a las 10,30 hr del sábado 28 de noviembre. Luego de presentarnos y esperar a que el grupo estuviera completo, partimos en vehículos particulares al sector del valle del Aparejo, siguiendo el camino que bordea el Embalse del Yeso. No sin antes hacer una parada en el retén de San Gabriel, para cumplir con los protocolos establecidos para cada salida.

En una apacible mañana primaveral de 1949, dos jóvenes montañistas, Salvatore Gandulfo y Silvio Batesella, remontan por primera vez la cumbre de un cerro de laderas verticales y corona de yeso, recibiendo el nombre de Punta Universitaria en honor a la casa de Bello. Hoy 66 años después 21 montañistas rememoran este primer ascenso en el marco de la celebración de los 74 años de la Rama de Montaña de la Universidad de Chile.

El trayecto hasta los pies del Valle del Aparejo nos tomó alrededor de unas 3 horas. Desde el lugar de estacionamiento nos internamos hacia el valle en un corto tramo (aprox 1 hora) hasta donde es posible contemplar imponente y desafiante al cerro Aparejo, bello picacho moldeado por glaciares que nos daba la bienvenida a su valle con un paisaje inspirador.

Ya a las 20 horas, luego de armar nuestro campamento base entre fuertes ráfagas de viento, logramos reunirnos todos (los 36 asistentes) para dar inicio a nuestro asado de camaradería, preparado por nuestro chef estrella Nico Villar. La velada partía con las palabras de nuestra directiva y presentación de las honorables visitas: Erling Villalobos, Osvaldo Latorre Astudillo, Luis “Tribi” Latorre Visintini, Meri Rovirosa, Veronica Rovirosa y Jorge Aedo.

Las horas pasaban entre anécdotas de nuestros antiguos miembros que con cada cántico e historia alimentaban nuestros corazones de admiración, orgullo y determinación. Ellos nos daban testimonio del espíritu de libertad que rodea las alturas, de los grandes logros que alcanzaron sin las comodidades que nos entrega la tecnología y el equipamiento de hoy en día, los obstáculos de conectividad que habían en esa época, que sin embargo significaron grandes hazañas que pronto cumplirán 50 años. Tal es el caso de la subida a la Cara Sur del Mesón Alto, el Cuerno Norte del Cochrane o Cerro Castillo.

Así transcurría la velada en el valle con un cielo calmo y despejado; un momento inolvidable donde nuevos y antiguos miembros reunidos bajo la luz de las estrellas y al calor de las brasas, compartían un mismo testimonio de vida y pasión por las cumbres….(y por los choripanes).

Domingo 29 de Noviembre

Ya a la madrugada del domingo 29 de noviembre, el grupo se dividía entre quienes intentarían el cerro y entre quienes se quedarían a recorrer y contemplar la belleza del valle (parte del relato que será preparado por Karina Rodríguez). A las alturas partimos: Karen Sepulveda, Verena Rinnofner (Austria), Dager Borvarán, Ingrid Alvial, Tamara Rivera, Bernardita Araya, Gabino Reginato, Pablo Azúa, Diego Rodríguez, Joaquín Riquelme, Nicolas Villar, Andrés Pinto, Sebastian Zarate, Armin Aros, Jhon Monroy, Guillermo Reyes, Ignacio Quiroz, Rodrigo Carvajal, Alejandro Sánchez, Erick Vasquez y Erling Villalobos.

La marcha hacia las verticales y blancas laderas se inició a eso de las 05:15 de la madrugada y continuó por un tramo de 5 horas que nos llevaría hasta la cumbre. El primer tramo fue en nieve, montando la ladera al este, luego se subió una ancha canaleta hasta el filo que limita el cajón. Ese fue un punto de reunión donde llegó Sucupira, Rojo y Miel, Romané, Respeto, Respeto, Respeto-respeto y hasta doña Juanita vendiendo empolvados. Unos “¡¡Olé! ¡olé-olé, olé! ¡Erling- Erling!! y a quienes vinieran asomando al final de la canaleta, resonaban entre las alturas y nos alentaban a seguir hacia la cumbre con una emoción inusual.

Una vez reunidos, descansados e hidratados, seguimos por el filo hacia el último tramo que nos exponía ante dos canaletas una con escasa cantidad de nieve y la otra transformada en un empinado acarreo. Este escenario nos hacía pensar que no alcanzaríamos la cumbre. Pero la osadía de nuestro compañero Gabino, quien logro cruzar este trayecto y armar una reunión con la ayuda de Pablo, Alejandro, Ignacio y Rodrigo, nos permitió a todos lograr el objetivo.

Es cierto, debemos recordarlo, la cumbre no es lo único que debe repetirse en nuestra mente…un cerro transformado en logro es mucho más que eso…es el compañerismo, el trabajo en equipo, el trabajo de cordada, tanto al inicio como al final de la salida. No siempre podremos alcanzar la cumbre y no siempre dependerá de nuestras capacidades; y bajo ese escenario nos quedamos con la ganancia de lo aprendido, de la experiencia que nos hace cada vez más fuertes pero a la vez más humanos y más vulnerables a los caprichos de nuestra madre tierra.

Cumbre

Ya en el último descanso hacia la cumbre, y mientras esperábamos que todos nuestros compañeros dieran el último paso hacia el filo cumbrero, nuevos peluseos seguían animando la jornada. Finalmente, cerca del medio día del domingo 29 de noviembre, 20 “jóvenes” y Don Erling Villalobos alcanzaríamos la cumbre del Punta Universitaria.

Que emocionante e imborrable momento cuando Don Erling daba los últimos pasos hacia la cumbre y nosotros ascendíamos tras de él, como un pastor que guía a sus ovejitas ansiosas de seguir sus pasos hacia la cumbre…y nuevamente resonaba aquel “¡¡Olé! ¡olé-olé, olé! ¡Erling- Erling!!”. Los abrazos cumbreros fueron particularmente felices esta vez, todos contentos de compartir la cumbre de la Punta Universitaria con uno de los grandes montañistas en la historia de la Rama, y él a su vez, feliz de ver a una rama activa y con un espíritu fraternal y alegre. Mención aparte merece el “baile cumpleañero del piolet”, idea de Jhon que interpretamos bailando con piolet en mano mientras le cantamos cumpleaños feliz a nuestra querida Ramuch.

La cumbre del cerro bajo un bello sol, nos ofrecía un gran espectáculo de los valles que nos rodeaban. A lo lejos se divisaba el Mesón Alto, Aparejo, Marmolejo y su glaciar, y otras varias puntas moldeadas por glaciares…pero ya era hora de regresar. El regreso al campamento base fue relativamente rápido y amigable. Una vez hidratados y alimentados prepararíamos el retorno a la urbe, que como de costumbre amortiguaríamos con unas ricas empanadas, momento oportuno para hacer la evaluación de esta salida y para escuchar las últimas palabras de nuestros miembros invitados, que emocionados nos alentaban a enfrentar nuevos desafíos y a seguir creciendo y disfrutando en este espíritu de compañerismo y pasión por las alturas.

La salida fue exitosa, no solo por la cumbre, sino por todo lo vivido y aprendido de nuestros antiguos miembros. Experiencias que quedarán en el fondo de nuestros corazones y nos impulsarán a llegar cada vez mas alto con nuestra querida Rama de Montaña de la Universidad de Chile “FELIZ ANIVERSARIO RAMUCH”

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Cerro Vega

CERRO VEGA
29 y 30 de agosto de 2015
Escrito por Elizabeth Mejías
Fotografías: Constanza Pinochet, Paula Urizar y Gabino Reginato

Sábado 29 de agosto

Desde distinto puntos de Santiago, partimos rumbo al Cajón de Lo Valdés en busca de la cumbre del Cerro Vega. El lugar se constituyó en nuestra segunda opción luego de que supiéramos que Alto Maipo mantenía cerrado el acceso al Cajón del Arenas.

Desde el Líder de Macul, sobre el Gabinomóvil partimos Cony, Xime, Pauli, Espe, Guille, Gabino y yo. En San Gabriel, cerquita del retén de carabineros, nos conocimos con el resto del grupo y en otros casos nos reencontramos con viejos rostros que andaban desaparecidos. Paula, Willy, Víctor, Diego, Nacho, Luis, Verena, Dager, Ariel, Francisco, Sebastián, Daniel, Cony, Xime, Pauli, Espe, Guille, Gabino y yo, entre otros, integrábamos la gran cordada Ramuch.

Después de registrarnos, tomamos dirección hacia Lo Valdés, donde dejamos los vehículos para internarnos en el cajón. Esta era mi segunda vez en aquel lugar, la anterior fue en noviembre del año pasado el marco del curso de técnicas invernales. Al igual que en aquella oportunidad el ascenso inicial me pareció extenuante. Luego de sortear ese primer tramo, las verdes laderas mostraban manchones de nieve mezclados con barro, y a medida que nos elevábamos su blancura, extensión y profundidad se apoderaba del terreno. De un momento a otro, las montañas mostraban todo el glamour que les da el invierno… era mi segunda vez en el lugar, pero la primera con ese color y reflejo.

Acordamos instalarnos a los pies del filo norte del Vega. Cada una de las cordadas comenzó a armar su campamento. Paleos, pequeñas trincheras y pircas hechas con bloques de nieve fueron la tónica.

Con Cony y Xime estábamos muy entusiasmada por lo que era nuestra primera experiencia montañera juntas, hasta que un viento traicionero nos jugó una mala pasada y rompió una de las uniones del parante. No había tiempo para desmoralizarse, así que rápidamente buscamos soluciones. Pero no hubo duct tape ni cordín que nos sirviera para reparar el desperfecto y ya era muy tarde para construirnos una cueva ¿qué hacer entonces? Empezamos a buscar asilo entre las carpas de nuestros compañeros y compañeras, quienes se mostraron muy dispuestos a acogernos. Sin embargo, la idea de separarnos no nos gustaba, queríamos permanecer juntas. Al parecer nuestro deseo fue tan fuerte que despertó el corazón e ingenio de Gabino quien nos recomendó cavar una trinchera y luego cubrirla con el techo de la carpa. Ayudadas por Pauli, Gabino, Guille y Daniel comenzamos a construir nuestro refugio, al que finalmente terminamos llamando “el hogar”.

Dotado de escalinata, despensa y tocador, “el hogar” nos permitió seguir siendo cordada con todas las de la ley. Mi más profundo agradecimiento a quienes participaron en esta gran hazaña arquitectónica, en especial a Gabino, el genio intelectual.

Lentamente el día nos dejaba mostrando sus últimos colores y luces, las que refractaban entre sinuosidades, pendientes, cúspides, rincones y paredes. Con el atardecer encima, nos reunimos para acordar los detalles de lo que sería el ataque de cumbre. Gabino como encargado de la expedición entregó las indicaciones: el ascenso se realizaría por el filo norte y la marcha se iniciaría a las 4 am. con crampones y polainas puestos.

Domingo 30 de agosto

3 am. suena la alarma que, precedida y continuada por otras, anunciaba el inicio del ascenso final. La noche en “el hogar” fue todo un éxito, sin frío ni derrumbes (que eran nuestros principales temores). Té, pan con palta y pasteles de mil hojas fueron los escogidos para iniciar al día. Luego, a preparar la mochila y ¡emprender el rumbo!

Una gigante y brillante luna llena hacía de las frontales algo accesorio. Zigzagueando por la ladera de la montaña avanzábamos en busca de la ruta. En el camino nos abandonó Guille, quien no se sentía bien del estómago y fue acompañado por Pauli, su cordada. Un homenaje para ella, pues muchas veces no es fácil decirle no a la cumbre ¡Qué viva el compañerismo y la amistad en el cerro!

El grupo de avanzada hizo un gran trabajo abriendo la ruta, cada cierto tramo nos reagrupábamos y seguíamos caminando. A medida que el día avanzaba, la ruta se hacía más pesada y la pendiente se sentía más complicada “¿falta mucho?” “¡qué cansancio!” “¡estoy cha’pico!” “voy bien, tranqui”, eran algunas de las expresiones que a ratos se escuchaban. El viento por su parte comenzó marcar presencia y la mayor parte del trayecto hacía el caminar más tedioso, aunque recuerdo que su fuerza nos ayudó a Xime y a mi a sortear la pendiente previa al filo final ¡el viento nos tomó por la espalda y de un soplo nos empujó hasta arriba!

Ya en el último filo, junto a Coni y Xime divisamos a parte del grupo en la cima, el entusiasmo cumbrero nos ayudó a acelerar el paso y prontamente nos reunimos con ellos. Una vez allí, contemplamos la solemne belleza de las alturas, suspiramos profundamente, tiramos la mochila, sonreímos y nos estrechamos en un cariñoso abrazo. Pronto se sumaron otros compañeros y compañeras. Múltiples abrazos cumbreros y las fotos de rigor cerraron el momento.

El descenso fue bajo un grato sol que anunciaba lo que más tarde sería la tónica: “nieve sopa”. De vuelta en el campamento base, de mano en mano desfilaban las raciones de marcha: duraznos en conserva, galletas, sándwiches y otras delicias que ya no recuerdo, se sumaban para la necesaria reposición de energías. También corrían las experiencias e impresiones relativas al ascenso.

Ya solo nos quedaba levantar nuestro equipo y emprender la última caminata del día. Una a una las carpas fueron desapareciendo y las cordadas nos alejábamos del lugar.

Después de sortear múltiples hundimientos en la nieve y resbalones, llegamos al lugar donde habíamos dejado los autos. Refrescarse y elongar fueron las acciones preferidas. Incluso algunos cambiaron sus pintas ¡ni se notaba que habían subido un cerro!
En San Gabriel pasamos a comer las ya clásicas empanadas y aprovechamos de realizar la también clásica evaluación de la salida. Se destacó el rol de Gabino, el trabajo de las cordadas y se enfatizó en la necesidad de propiciar espacios de formación para los “menos experimentados”.

Antes de emprender el viaje que nos llevaría a nuestros hogares, el señor que horneaba las empanadas nos contó lo que estaba sucediendo en el Cajón del Arenas producto de las obras de Alto Maipo. Nos invitó a que como montañistas nos organizáramos en pos del libre acceso al lugar, pues su restricción era una injusticia en diferentes niveles y afectaba a muchas personas. Creo que sus palabras son un buen cierre para este relato, pues nos invitan a pensar en las montañas más allá de la práctica deportiva y la contemplación, y en la profundidad de la frase “la libertad de las cimas”. A lo menos cuestionarnos nociones de propiedad privada, patrimonio natural, modelo de desarrollo, recursos naturales… pues, al igual que en práctica del montañismo, la ruta que escojamos sí tiene importancia.

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Cerro Leonera

CERRO LEONERA
19 y 20 de Diciembre de 2015

Leonera: lugar de leones. Los arrieros se refieren al puma como «el león», y seguramente bautizaron el cerro por ser un sector frecuentado por «leones». El Leonera es un lugar estratégico para los pumas, puesto que domina varios puntos de engorda de la zona: Piedra Numerada en el valle de Molina, Villa Paulina, y el sector de Piuquenes y Barros Negros de La Parva. En otros tiempos, el cordón de cerros que culmina con el Leonera debió ser usado por las familias de guanacos para cruzar de un valle a otro en busca de vegas. Hoy, ni pumas ni guanacos frecuentan el lugar, aunque sí se pueden ver cóndores con facilidad.

Escrito por Paula Urizar
Fotografías: Diego Ramos y Paula Urizar

Asistentes: Diego Ramos + Daniela Torrealba, Ariel Russel + Verena Rinnofner + Víctor Calquipán, Martina Monckeberg + Ignacio Villagra, Cristian Figueroa + Axel Figueroa, Ingrid Alvial + Rodrigo Carvajal + Pamela Norambuena, Francisco Torres + José Moscoso, y Paula Urizar + Felipe Grasset.

La Salida al Cerro Leonera -segunda salida de aclimatación para el ascenso al cerro El Plomo 2015- con fecha original para el 12 y 13 de Diciembre se realizó finalmente el fin de semana del 19 y 20 de Diciembre. Personalmente estaba con toda la energía de subir un cerro, después de 2 meses desvinculada de toda actividad de la Rama por encontrarme trabajando en el norte, estaba muy contenta por haber llegado a Santiago justo para esta salida. Sin embargo ésta se cambió al siguiente fin de semana por una extraña mezcla entre inexistencia de un encargad@ de la salida y una pequeña tormenta pronosticada en el sector de El Plomo. Pese a la postergación de la salida, con vari@s compas de la Rama nos organizamos para subir El Pintor ese domingo 13, la motivación por salir y la organización fueron suficientes para que, por lo menos, saliéramos por el día.

Con la salida postergada tuvimos una semana extra para poder organizarnos y así fue como Ariel Russel decidió hacerse cargo de la salida y Daniela Torrealba encargarse del transporte. En esta ocasión ninguno de quienes iríamos al cerro tenía auto, por lo que tuvimos que arrendar un vehículo que salió bastante “carozi” pero que la rama subvencionó en parte a los socios con las cuotas al día (vieron: es bueno pagar las cuotas). Con los asistentes claros y el transporte definido nos encontrábamos listos para irnos al cerro Leonera.

Sábado 19 de Diciembre

9 am frente a la torre Telefónica comenzamos a llegar todos muy puntuales al punto de encuentro. Don Luis, el conductor del vehículo, nos arrió para que comenzáramos a subir las mochilas y así antes de las 9.30 am nos encontrábamos saliendo rumbo al centro de Ski La Parva.

Fotografía: Paula Urizar

Estando en La Parva, en el estacionamiento llamado Campamento Base, nos comenzamos a preparar para subir: primeros y segundos desayunos, idas al baño y compras del ticket para el andarivel. La Dani bien “vivaldi” recordó traer el Ticket que ocupó el fin de semana anterior cuando subimos al Pintor, yo que tenía el mismo plan, “longimente” olvidé mi ticket así que tuve que pagar nuevamente así como todos, a excepción de Ingrid y Rodrigo que ya habían comenzado a subir el primer tramo a pie como parte de su preparación para el Tupungato.

Al medio día nos encontrábamos todos disfrutando del paseo en andarivel. El día estaba completamente despejado y la temperatura muy agradable. Al llegar al Portezuelo de la Laguna Piuquenes definimos los puntos de reunión y definimos que el lugar de campamento lo decidiríamos al llegar a las pircas de El Pintor, pudiendo ser ahí o en Cancha Carrera. La primera parada la hicimos en la falsa Parva y luego en el refugio ubicado entre la Parva y El Pintor. Además de hidratarnos, comer, y disfrutar el estar ahí, Pamela Norambuena se preocupaba de tomar contacto con Ingrid y Rodrigo por medio de las radios que traían.

Fotografías: Paula Urizar

A eso de las cuatro de la tarde comenzamos a llegar a las pircas del El Pintor y ya estando todos reunidos decidimos armar el campamento en este punto y no en Cancha Carrera para aclimatarnos mejor. Contentos por estar instalándonos tempranito, comenzamos a derretir suficiente agua para los tecitos, los matecitos, la cena, el desayuno y toda el agua que necesitaríamos para hidratarnos

al día siguiente. Por mi cuenta el haber subido al mismo ritmo que el fin de semana anterior había subido a El Pintor, pero esta vez con carga, me provocó un malestar en la cabeza que me obligó a recostarme e intentar dormir en la carpa. Luego de la hora y media que estuve dormitando, recuperé mi energía y me pude sumar a la tertulia que mantenían mi cordada, la Dani y el Diego. Como ya no sentía que mi cabeza iba a explotar, me puse a tomar algunas fotos y noté lo tranquilo que estaba el campamento. Recién a eso de las seis de la tarde se comenzaron a ver los ramer@s dando vueltas por ahí y por acá. A las siete nos reunimos todo el grupo para coordinar el día de cumbre, saber cómo nos sentíamos y presentarnos, porque entre varios no nos conocíamos. Saldríamos a las 5 am, esperando demorar 5 hrs hasta la cumbre.

Domingo 20 de Diciembre

Fotografías: Paula Urizar

4 am: las alarmas apenas se escucharon por el fuerte viento que golpeaba nuestras carpas. Varios al despertar nos preguntamos si saldríamos, sin embargo comenzamos a prepararnos de igual modo. A las 5:30 am ya nos encontrábamos todos listos a excepción de Ariel, Francisco y José que no se sentían bien para hacer cumbre ese día. Respecto al viento, que estaba bastante fuerte, decidimos caminar hasta Cancha Carrera y evaluar las condiciones climáticas. Llegamos hasta este punto bastante rápido y ya comenzaba a aclararse el cielo nocturno. Pamela era quien abría, yo quien cerraba, andábamos bastante juntos, el viento continuaba fuertísimo. Luego de pasar el sector de Cancha Carrera comenzamos un tramo bastante rocoso que a momentos se veía como un puente. A nuestra derecha teníamos el glaciar El Plomo, enorme, nuestras caras lo miraban con admiración y con la determinación de que el fin de semana que vendría estaríamos por allá. Luego de este tramo, comenzamos a separarnos, la altura comenzó a obligarnos a algunos a andar más lento. El último tramo para llegar a la cumbre lo hicimos más separados, sin embargo tod@s llegamos arriba entre las 11 y 11:30 de la mañana. Diego tomó las fotos cumbreras, porque yo con el frío que tenía era incapaz de sacarme los guantes para sacar fotos.

Fotografías: Diego Ramos

A los más estuvimos una media hora arriba y comenzamos a bajar, debíamos llegar a desarmar el campamento y llegar antes de las cuatro y media a tomar el andarivel. La bajada la hicimos en la mitad del tiempo que nos demoramos en subir, sin embargo a varios se nos olvidó respirar al bajar tan rápido y llegamos con dolor de cabeza al campamento. Sin viento por fin pudimos disfrutar un

poco de sol de ese día antes de comenzar a guardar y a las dos y media comenzamos el tramo final. Todos alcanzamos el andarivel y poco a poco nos fuimos encontrando en el estacionamiento. Desde La Parva hasta las empanadas de La Ermita no se escuchó ni una palabra en el bus a excepción del chofer que venía conversando conmigo y con Felipe. Don Luis, el conductor del vehículo, no se hizo problema y esperó a que pasáramos por empanadas e hiciéramos nuestra respectiva evaluación. En ésta se destacó la actitud de la cordada Figueroa quienes se aguantaron el frio que había por el viento al esperar siempre a todo el grupo y se agradeció a Diego por su entusiasmo con la cámara. También se conversó sobre nuestra impuntualidad el día de ataque de cumbre, ya que salimos 30 minutos tarde y que estos nos hubiesen venido muy bien para bajar sin apuro al regreso. Y finalmente lo importante que había resultado esta salida para conocer cómo reacciona nuestro cuerpo y mente en altura para quienes subíamos por primera vez cerca de los 5.000 msnm y así prepararnos mejor aún para nuestra siguiente salida: el ascenso al El Plomo.

Fotografía: Paula Urizar

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Ascensión invernal Cerro San Gabriel

Descripción  Salida oficial Julio- RAMUCH 2015
Objetivo   Cerro San Gabriel
Fecha      25-26 Julio
Encargado      Dager Borbaran
Cordadas
Dager Borbaran/ Ariel Rusell/ Hans Eichhorns
Martina Monckeberg/ Ignacio Villagra
Bernardita Araya/ Edgardo Galaz/ Esperanza Ulloa/ Daniela Torrealba Ignacio Quiroz/ Sebastián Mondaca/ Willy Montenegro/ Diego González Nicolás Villar/ Francisco Osorio/ Alejandro Sánchez

El San Gabriel es, posiblemente, uno de los cerros más hermosos y llamativos -de media montaña- del Cajón del Maipo. Su gran atractivo está en que, a quien alcanza su cumbre, le espera un paisaje espectacular de todo el valle del Yeso, con incontables agujas y cerros en la lejanía, que sumado a la interesante y bella ascensión, no puede dejar de despertar el mayor de los apetitos por más y más cerros…

Relatora Daniela Torrealba

Pospuesta por mal clima, la salida deportiva de Julio al Cerro San Gabriel, finalmente se llevó a cabo el fin de semana del 25 y 26. A ella asistimos 16 rameros, de los cuales 7 somos “recién egresados” del Curso básico 2015. Y aprovechando que quedé a cargo del relato, no puedo dejar de mencionar que para muchos de nosotros como novatos de la montaña, esta salida fue muy especial, ya que significó la primera ascensión invernal. Algunos –y me incluyo- nunca habíamos estado en un lugar con taaaanta nieve!!! Acampar en ella, derretirla para tener agua. Fue una muy linda experiencia y ese es el sentimiento con que bajó el grupo. Nos tocó un fin de semana increíble y lo disfrutamos mucho, así que espero poder transmitirles un poco de eso.

El grupo se reunió el sábado 25 de julio a eso de las 11:30 am en el Retén de San Gabriel. Llegamos en 3 autos. El Piolo móvil, manejado por Willy Montenegro, hizo un recorrido por distintas comunas de la capital y se llevó a 8.

La Chancha, como le llama el Erik Orellana a su 4×4, se llevó a otros 4. En este punto me gustaría destacar la buena onda del compañero, que se paletio y se ofreció para ir a dejar y a buscar a los que no tenían transporte. Y si bien no pudo subir con nosotros por su rodilla, compartió nuestra alegría de cumbre y contribuyó para que fuera posible.

Por último, Dager se llevó en su auto a 3 más. El grupo estaba completo, así que dimos aviso de nuestros planes en el retén y continuamos con rumbo a los “rodados de San Gabriel”, donde podríamos dejar los autos e iniciar la marcha.

Avanzamos por la calle principal del pueblo y al cabo de unos kilómetros -el camino ya sin asfaltar- dimos con el punto de partida. Desde ahí se observaban claramente las huellas que nos llevarían hasta el plateau donde instalaríamos el campamento base. Estacionamos, descargamos los autos y armamos nuestras mochilas, nos despedimos de Erik y nos sacamos la foto de rigor antes de partir.

Dager nos indicó por dónde subiríamos. Teníamos radios, así que se coordinó con Ariel, quien iría a cargo de cerrar el grupo. El día estaba más bien nublado pero no hacía frío. A eso de las 12:30 estábamos listos para partir. Teníamos entre 2 y 3 horas hasta el CB, donde pensábamos almorzar.

El sendero comienza con una huella muy clara, sin embargo en la medida que se avanza, nuevas huellas aparecen. Lo bueno es que no se prestan para mayor confusión, ya que el punto al que se quiere llegar es bastante claro desde abajo y sabíamos por las referencias de la ruta, que cualquiera de las que tomáramos nos dejarían en el plateau de frente a la cara sur del San Gabriel, ruta por la cual subiríamos la madrugada del domingo.

Iniciamos la marcha y a poco andar nos corría la gota gorda. Empezó a hacer calorcito y la caminata ameritaba sacarse un par de pilchas, así que paramos, nos desabrigamos un poco, nos hidratamos y continuamos.

La aproximación al campamento base es muy linda, al comienzo hay mucha vegetación, la que en contraste con la montaña nevada se vuelve un tremendo espectáculo. De a poco la pendiente se vuelve más pronunciada, vamos ganando altura y la vegetación se hace menos tupida. Más o menos en la mitad del camino nos encontramos con nieve. Al principio manchones, luego la huella se fue haciendo cada vez más blanca hasta que en un momento ya las pisadas iban dibujando un pronunciado camino sobre el cerro. Hicimos un par de paradas para compartir raciones de marcha e hidratarnos, pero la idea era almorzar arriba. Íbamos bien, en buen estado físico, disfrutando del paisaje y del agradable día que nos tocó.

Una talla para compartir fue cuando en la subida nos encontramos con unas huellas no humanas, de patas grandes y que se marcaban perfecto en la nieve. No sabíamos de qué podían ser porque honestamente no parecían de perro. Alguien sugirió que podían ser de un puma y sembró la duda. Distintas fantasías surgieron al respecto, hasta que de pronto nos encontramos con los pumas… eran dos perros Boxer jajajaj.

El lugar donde estaban los perros-pumas era el comienzo del plateau. Avanzamos un poco y establecimos dónde se instalaría el campamento. Algunos llegaron a comer, otros armaron las carpas de inmediato. Hubo que palear la nieve y armar una pirca con ella.

Como llegamos a eso de las 15:30, teníamos aún bastante tiempo por delante. Luego de haber almorzado y armado el campamento, algunos comenzaron la tarea de derretir nieve para el día siguiente, mientras otros decidieron reposar el almuerzo. Afuera de las carpas el clima seguía impresionantemente agradable, así que con mi cordada –Berni, Edgar, Espe- nos dio por jugar con nieve. Ahí nació la Guillermina, a quien Hans declaró Patrona del Campamento base. La Guillermina en sus orígenes fue amorfa y asexuada, luego adquirió algunas curvas y pechugas. La llamamos así por el mascarón de proa que tenía Neruda en su casa de Isla Negra, que al igual que nuestra muñeca de nieve, también muestra las pechugas sin pudor jajaj. Sin embargo, nuestra Guillermina tuvo un trágico final. Al día siguiente de haberle dado vida, apareció decapitada. Algunos pensaron que podía ser un mal augurio para nuestro ataque de cumbre, sin embargo decidimos subir igual…ajajja.

Esa tarde, mientras jugábamos con la Guillermina, presenciamos una hermosa puesta de sol. Probablemente la mayoría de quienes lean este relato –y por eso lo comparto-han tenido la fortuna de estar en más de una en la montaña. Yo no sé si las mías han sido tantas, sólo sé que ninguna ha sido igual a la otra y creo que es uno de los momentos más bellos y que más disfruto. Es en momentos como ésos que me dan ganas de subir más y más, y siento que vale la pena pasar un poco de frío, no dormir de corrido o el esfuerzo físico. Todo eso y a veces más, con tal de estar ahí en ese momento. Me hace sentir infinitamente agradecida de los caminos que me han llevado a escogerlo.

De izquierda a derecha: Berni, Edgard, Espe, Dager, Dani, Guillermina y Hans. Foto tomada por Willy M.

encontrar gente que comparte la emoción y la alegría de una puesta de sol en ese lugar. Es el aquí y el ahora, es conectarse con la energía del sol, la tierra. Es sentirse abrazado por las montañas y prescindir de todo aquello que al menos ahí, no necesitamos.

Cuando atardeció la mayoría de las cordadas comenzó a preparar la cena, comimos y tipo 8 nos reunimos, convocados por Dager, para conocer el itinerario del ataque de cumbre para la madrugada del domingo. El plan era partir a las 04:00 con la idea de hacer cumbre a las 09:00, lo que nos daría tiempo suficiente para bajar sin apuro, levantar el campamento base y llegar temprano a los autos. Idealmente pasar por una empanadita y no llegar tan tarde a Santiago.

Logramos salir puntuales en la madrugada. Todos contábamos con el equipo y las ganas de ojalá llegar a la cumbre esa mañana. Habíamos observado la ruta el día anterior y constatamos que el desnivel que hay entre el CB y el portezuelo que conecta con el filo sureste, nos pondría un poco más dura la tarea considerando la profundidad de la nieve.

Increíble y afortunadamente no hacía nada de frío esa madrugada. Comenzamos la marcha y nuestras frontales formaron una hilera de luces que ascendía progresivamente iluminando la nieve.

Íbamos a buen ritmo, muy animados y avanzábamos más bien de manera compacta. Luego de aproximadamente 2- 2,5 horas de marcha, llegamos al portezuelo y ahí decidimos parar un rato más largo para esperar al grupo que venía un poco más atrás cerrando. Nos hidratamos y comimos. Si bien seguíamos con nuestras frontales encendidas, paulatinamente comenzó a aclarar. En el portezuelo nos encontramos con la única luz que veíamos subiendo más adelante que nosotros. Se trataba de un compañero de otro club que iba solo abriendo la ruta. Había salido a las 2am y a esas alturas se veía bastante cansado. 3 pasos por 1 era el ritmo que llevaba. Gracias a él, gran parte del trayecto fue mucho más rápido y expedito para nuestro grupo. Luego del descanso, a eso de las 7, retomamos la marcha y avanzamos hacia el filo. Íbamos concentrados, ya que en algunos tramos era bastante angosto. Eran cerca de las 8 cuando llegamos al final del filo. Desde ese punto -y ya con luz- se apreciaba claramente el torreón y tras él se ocultaba la cumbre.

Cuentan los rameros que iban abriendo, que al llegar a este punto, el compañero del otro club insistía que el lugar en que estábamos se trataba de la cumbre. Si mal no recuerdo, en ese momento el Nico Villar, que iba adelante con su cordada y Dager, indicó el traverse que tendríamos que hacer en dirección norte para encontrarnos con la canaleta por la cual debíamos seguir subiendo.

El traverse no fue nada sencillo, ya que la nieve en algunas partes llegaba hasta las rodillas por lo que íbamos más bien a paso lento. Cuando llegamos al punto de inicio del traverse, tuve la impresión que dentro de muy poco estaríamos en la cumbre. Sin embargo me equivocaba, aún quedaba bastante. Una vez en la canaleta, subieron los primeros 5 del grupo sin problemas, pero luego se fue haciendo más difícil para los que seguían. La nieve en esa parte estaba muy blanda y en cada intento nos enterrábamos un poco más sin lograr avanzar. Eso sumado a la pendiente, nos hacía más difícil el ascenso. Varios lo intentaron con distintas técnicas y por distintos lados de la canaleta, sin éxito. Fue ahí cuando Ariel y Dager, que iban adelante, decidieron armar un pasamano con una cuerda fija. La instalaron y pasó el resto del grupo.

Una vez que sorteamos esa pasada, quedaba muy poco. Seguimos avanzando en dirección norte hasta que llegamos a la cumbre. Ésta era más bien pequeña pero todos nos acomodamos para disfrutar del hermoso paisaje que desde ahí teníamos. Frente a nuestros ojos el cordón de montañas que rodean el Valle del Yeso. Llegamos a eso de las 10:30. Nos tardamos 1 hora y media más de lo que presupuestábamos pero para nuestra fortuna en la cumbre no había viento, así que pudimos permanecer en ella cerca de media hora. En ese rato aprovechamos de comer algo e hidratarnos, nos sacamos la foto cumbrera y nos dispusimos a bajar.

La bajada fue uno de los momentos más entretenidos, al menos para mí. Antes de bajar pensamos que por el estado de la nieve, no sería tan rápido. Sin embargo en algunas de las laderas por las que íbamos descendiendo, la pendiente invitaba a simplemente deslizarse. En un inicio, algunos bastante temerosos y observando los potenciales peligros, nos tiramos por primera vez. Aparte de ahorrarnos un trecho considerable del camino, fue la diversión total. La Martina bautizó este estilo como “el potogán” y así fue como entre las 11:00 y la 13:00- 13:30, ya estábamos todos de vuelta en el CB.

Con mi cordada llegamos a comer y hasta dormimos un ratito. El plan era ir bajando a los autos a las 15:00. Esta vez nos atrasamos un poco pero a las 15:15 ya estábamos listos. Entre las 16:30 y las 17:00 ya todos estábamos en los autos.

El sentimiento era generalizado, había sido un gran fin de semana. Tuvimos muchas cosas a nuestro favor y lo que más rescato es el grupo humano. Compartimos risas, historias y conocimientos. Nos cuidamos y logramos el objetivo del grupo: pasarlo bien, alcanzar la cumbre y llegar todos abajo sin novedades.

El Erik llegó pasadito las 17:00. Nos subimos a los autos y nos fuimos en busca de empanadas. Queríamos pasar a una muy buenas que hay en San Alfonso pero estaba cerrado, así que terminamos comiendo unas en El Manzano que estaban bastante buenas. Aprovechamos de hacer la evaluación y con eso dimos por finalizada la salida.

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Cerro Punta Horizonte

Lo que viene a continuación es la suma de aciertos y sobre todo de desaciertos, que terminaron en la coronación de una cumbre -cuyo nombre aun desconocemos- por parte de uno de los asistentes a esta salida, su humilde narrador. Y si tuviera que adelantar una enseñanza de esta experiencia es que la organización, la comunicación y el cuidado tanto de uno como del grupo, siempre serán fundamentales, independiente de lo sencillo que sea el objetivo.

Punta Horizonte

Aunque denominado con el extraño nombre de Bauble por la carta IGM de San José de Maipo, y vecino del aún más extraño Enjalmita (2161m); el cerro Punta Horizonte ha sido conocido como tal desde hace ya bastante tiempo por montañistas y lugareños. Esta circunstancia es refrendada con las placas puestas en su cumbre. Se trataría, al parecer, de un nombre dado por el Club Andino Horizonte que decidió bautizar en su propio honor este cerro.

El plan original era partir por el fin de semana del 25 y 26 de Abril al cerro Puntiagudo, pero por temas de dinero (los Covarrubias cobran $8,000 por persona en la entrada POR DÍA) y por dificultades de transporte decidimos cambiar a última hora la salida al cerro Punta Horizonte. Si bien es una cumbre más sencilla (se puede realizar por el día), se trataba de la primera salida deportiva del año y la convocatoria reunió a alrededor una quincena de entusiastas rameros.

Partimos la mayoría en auto desde Santiago a eso de las 17.30 para reunirnos en San José de Maipo, antes de llegar a la Reserva Coyanco. Con Diego Pacheco de cordada, coordinador y piloto al volante partimos junto con Daguer hasta dicho pueblo con una sola cosa presente, las tripas de la guata demandando una suculenta empanada. Así que apenas llegamos a la plaza, fuimos directo al Wiken por unas buenas napolitanas mientras esperábamos que llegaran el resto de los chiquillos. Al reunirnos todos (faltando solamente Berni y Lore que llegarían a las 9 de la noche en bus y acordando que Osito y John, nuestros ilustres veteranos, irían en su búsqueda) partimos hasta el sector de El Toyo y de ahí a la Reserva Coyanco, para luego estacionar los vehículos, cargar las mochilas y… ¡a caminar!

Al poco rato de entrar al recinto nos encontramos con Nico Villar y Pancho Osorio que venían de vuelta de su intento al Punta Horizonte por el día, aunque sin conseguir la cumbre ya que iniciaron el ascenso muy tarde y los pilló la hora. Nos contaron que las 5 a 6 horas que se requieren para el ascenso según Andeshandbook, es para gente muy rápida y que la ruta es larga pero que el camino era bastante bonito. Ellos siguieron rumbo a Santiago y nosotros nos adentramos hasta llegar a la cabaña donde nos cobraron por la entrada y de ahí, unos 25 minutos de caminata que nos condujo a unos pocos metros del estero, lugar en el que nos instalaríamos para pasar la noche. Pusimos unos plásticos en el suelo para vivaquear más cómodos (¿Vivac? Sí, pue’) y los aprovechamos a modo de mantel de picnic para juntarnos todos, echar la talla y comer. Nos llamó la atención el menú gourmet que tenían Osito y John: aceitunas sevillanas, queso camembert, ostras con limón y vino del bueno, “Después de tantas salidas uno sabe lo que necesita traer” nos decían. Entre la buena comida y un poco de navegado, nos contaron historias de la rama, de personajes ilustres y de cómo va cambiando la visión del montañismo a medida que uno va sumando experiencia (y años).

Entre medio de eso se tiraron esta frase/mantra/paya:

No fuimos grandes montañistas

Y nunca lo seremos

Tan solo una copa queremos

Para estos viejos rameros

A eso de las 11 de la noche ordenamos todo y nos metimos en nuestros sacos para dormir bajo el cielo despejado que nos ofrecía a pleno resplandor, sus estrellas. Para muchos era nuestro primer vivac y, la verdad, poder mirar los astros en esa cálida noche le dio todo un nuevo sabor a la ascensión. El plan era despertarse a las 7 y comenzar el ascenso a las 8 para no llegar tan tarde a Santiago… sí, claro. (Suena la alarma de mi celular) ¡Son las 7 de la mañana, todo el mundo a despertarse! Esperen, ¿por qué está tan claro?

Chascarro N°1: Despertador Me habían dejado de encargado de la alarma y fijé el despertador para las 7 de la mañana, pero justo, justo, JUSTO! esa noche el bendito celular tenía que cambiarse automáticamente de hora. Al final terminamos despertándonos una hora después. A otros chiquillos también les sonó el despertador pero siguieron durmiendo esperando a que alguien (yo) los despertara. Bueno, nada que hacer. A desayunar y ordenar todo rápido. Finalmente terminamos partiendo a las 9.05 de la mañana cuando ya estaba claro e incluso llegaba a hacer un poquito de calor.

Chascarro N°2: La ruta Cruzamos el estero que traía poca agua así que no presentó ninguna dificultad y de ahí a iniciar la marcha por un notorio sendero. Sabíamos que habían dos rutas para la primera parte del Compartiendo historias, risas, comida y un vasito de navegado ascenso, por arriba cerca del filo de una meseta y por debajo cerca del estero. Decidimos seguir la segunda opción pero al poco andar tuvimos que ascender derecho pa’ arriba tratando de conectar con la primera ruta ya que el camino que seguimos se iba estrechando cada vez más y presentando pasadas expuestas. La subida nos costó bastante ya que el suelo era de pésima calidad, botamos muchas piedras, nos embarramos, hasta que por fin conectamos con el sendero de la ruta de arriba. Definitivamente este sendero era mucho más simple e incluso bonito ya que sus árboles alegraban el pasar y nos protegían del sol.

Después de unos 15 minutos de caminata encontramos un buen lugar para dejar el peso extra de nuestras mochilas, así que organizamos todo, descansamos y entre medio de eso apareció la Magda Huerta que venía desde Santiago a hacer el Punta Horizonte por el día con nosotros.

Ya con el equipo listo y el grupo entero reunido continuamos caminando siguiendo siempre el sendero más notorio. Al poco rato de caminar nos encontramos con un portón por el que había que tomar un desvío por un sendero menos evidente ¿Y qué hicimos nosotros? Seguir caminando por el sendero más “obvio”. Nadie se aprendió bien la ruta así que cometimos el error de caminar siempre por donde nos parecía más lógico seguir. Fueron pasando los minutos y el camino parecía que nunca conectaría con el filo del cerro, luego pasamos un segundo después portón y las dudas comenzaron a aparecer. Aun así, seguimos caminando ya que después de un rato vimos que el sendero llevaba a un filo que conectaba con el cerro que creíamos, era el Punta Horizonte (porque ni eso teníamos muy claro).

Estando en el filo decidimos salirnos de la ruta y ascender por éste, Camilo y Felipe se adelantaron para buscar una ruta segura entre los paredones de roca que asomaban más arriba.

Sorteado este inconveniente, seguimos subiendo hasta llegar a un punto suficientemente alto y con mayor visibilidad que hizo darnos cuenta de la evidente tragedia: nos habíamos desviado un montón y el Punta Horizonte se mostraba lejos de nosotros, inaccesible desde donde estábamos. Siendo las 2 de la tarde, discutimos entre seguir intentándolo por un supuesto camino que se veía bastante duro o seguir subiendo entre unas rocas que estaban cerca y que podrían llevarnos a alguna cumbre más cercana. Tomamos esta última opción y seguimos el ascenso con el cansancio ya presente en nosotros, hasta llegar a un portezuelo donde descansamos y tuvimos una segunda discusión: estábamos muy cerca de una cumbre pero no estábamos seguros de cómo acceder a ella y si tendríamos tiempo para lograrla. Osito vio un sendero -según Pacheco, formado por el recurrente paso de cabras- que podría ser útil pero no generaba mucha confianza. Cuando ya parecía que íbamos a tomar nuestras cosas e iniciar el descenso, sentí el impulso de intentar ver que tal era otro camino que atravesaba unos gateos de roca.

rme hidratado bien y sin almorzar partí sabiendo que si queríamos hacer esa cumbre teníamos que hacerla cortita. Subiendo por el camino que me parecía conectar con la cima vi una pasada accesible, por ende traté de avisarles a los demás. Hice toda clase de señales y grité varías veces “VENGAAAN, SI SE PUEDEE” pero la distancia no permitía entendernos. Estaba indeciso si seguir subiendo hasta que escuche un “SIGUEEE!”, así que no la pensé más y subí tan rápido como pude entre los gateos y trepas hasta llegar a la cúspide. Allí, descubrí solamente una pirca con manchas blancas como si hubiera sido cagada por gaviotas… ningún testimonio, o una placa que dieran señales del nombre del cerro en que estaba.

Baje rápido hasta donde estaba esperándome el grupo y ahí les comenté que efectivamente nos metimos por un lugar nada que ver y que desde esa cumbre se podía llegar al Punta Horizonte caminando por el filo pero ya era muy tarde para intentar eso. Me decían que querían acompañarme a subir conmigo a la cumbre pero nunca entendieron las señales que hacía.

A las 15.45 tomamos unas fotos de grupo y de ahí a comenzar el descenso por la misma ruta que seguimos en la subida. Bajar este cerro se hizo lento y cansador, sobre todo porque veníamos con poco líquido y la parte final del cerro que hicimos estaba desprotegida del fuerte sol. Por otro lado, como no descansé nada al bajar de la cumbre, bebí poco líquido y comí casi nada, terminé agotándome, por consiguiente demorando la vuelta. Llegaba a ser desesperante darnos cuenta de todo el camino que nos faltaba de regreso y aun más, sabiendo el torpe desvío que tomamos ¡casi al inicio de la ruta! Al final llegamos a eso de las 20.30 a los vehículos, ordenamos todo y partimos rumbo al primer local que vendiera empanadas para reponernos y subir los ánimos fatigados. Literalmente pasamos al primer local que vimos y “le hicimos el día” al dueño, entre empanadas, chocolate caliente, dulces y bebidas que pedimos. Hicimos la evaluación de la salida y después nos despedimos entre abrazos partiendo a nuestros hogares en Santiago. Fatiga

¿Cuál fue la evaluación? La verdad es que a pesar de todo lo pasamos bastante bien y el grupo mantuvo un muy buen ánimo durante toda la salida. Pudimos compartir mucho en el campamento y disfrutar de maravillosas vistas a medida que tomábamos altura en el cerro. Sin embargo, todos acordamos en que cometimos muchos errores, siendo el exceso de confianza la principal razón. Como pensamos que era un cerro “fácil” nos despreocupamos de la planificación, del trabajo grupal y la concentración que implica una salida deportiva. En lo personal, si bien conseguí llegar a esa cumbre, la poca conciencia que tomé de la situación provocó que fuera mal preparado y eso me condujo a la fatiga que terminó atrasando a todo el grupo, además de darme un extenso mal rato por estar apenas bajando el cerro. Así son las cosas, debemos tomar estas experiencias como parte del continuo aprendizaje como montañistas y por sobre todo, rescatar los buenos momentos vividos que son los que nos motivan a regresar a la cordillera para disfrutar con nuestros amigos. Nos vemos en la próxima salida!

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Valle del mesoncito

Luego de un lindo jueves feriado y un viernes laboral para algunos, nos embarcamos en una salida masiva a la Cordillera de los Andes, sector Cajón del Maipo, alistando piolets y crampones, ¿el objetivo?, no muy claro, con ansias de doble cumbre y con ganas de al menos una…

El Valle del Mesoncito se esconde detrás del macizo del Cerro Arenas. Se trata más bien de un altiplano, aprox. 1000m sobre el valle el Morado. Una subida de 4 horas lleva a una altura de alrededor de 3500m, la base de las agujas superiores. Mas allá hay varios cerros de 4000+ m con los restos de glaciares y extensos neveros que permiten hacer randonnee hasta principios de verano.

Todo partió el día sábado 23 de mayo para los que se iban en el transporte de la rama, arrendando 2 furgonetas de la empresa “Como nos vamos?”, donde Eli Mejías hizo todas las gestiones, logrando incluso optar a 2 puntos de reunión. El primer grupo se juntó a las 7:30 am en Plaza Italia y el segundo grupo a las 8:00 am en metro estación Vicente Valdés de La Florida, logrando una convocatoria de 25 personas:

La primera parada fue en nuestro querido retén de carabineros en San Gabriel en donde aparte de encontrarnos con Gabriel “Osito” Martínez y Jhon Monroy, dejamos el debido aviso de la travesía a realizar, continuando luego por el camino de ripio de la ribera sur del río volcán y llegando después de 1 hora a “Lo Valdés”, donde nos dieron la mala noticia que por el retraso que llevábamos según lo planificado, sólo nos dejarían hasta el sector del Cabrerío. En fin, seguimos los 7 Km que faltaban cruzando el estero Colina y bajamos para coordinar con el grupo.

En este lugar (Cabrerío) nos encontramos con el resto de los miembros de la Rama que asistían a la salida, Ivonne, Oscar, Carmen, Andrés, Julio, Rodrigo e hijo, Rodrigo, Paz, Pablo, Kathy, Eli, Nico, Daniela, Carlos, Fernando, Armin, Guille y su amigo. Desde aquí y gracias a la gran voluntad de Osito, Oscar, Rodrigo, Guille y Armin al colocar sus vehículos a disposición del grupo, se porteó mochilas, equipo y “los de a pie” hasta el “Choriboulder”, un sector de escalada perteneciente al Valle del Arenas.

En hora buena, logramos salir de este sector de escalada a eso de las 11:12 min de la mañana, con 9ºC, a una altura de 2536 m.s.n.m. y una mochila al hombro de peso según tu estómago :), logrando después de un promedio de caminata de 4 horas armar campamento en un terraza denominada “Pirca del Visionario”, a 3350 m.s.n.m. (15:00 hrs). Como éramos muchos, tuvimos que abarcar todos los espacios que había disponibles y acondicionar otros, tendiendo en total 21 carpas, concentradas en 2 sectores para el total de 42 personas.

Cada cual armó su campamento y cocinó como pudo tratando de no perder la sensibilidad de los dedos, sabiendo que venía una fría noche por delante, mientras tanto mis vecinos Jhon y Osito, cocinaban sus platos gourmet y me explicaban la ruta a seguir para el día siguiente, con sueños ambiciosos de subir el “Punta Chile” y descender por el “Moai”, lo que concluyó en el siguiente discurso de Osito carpa por carpa:

Chicos (movimiento de carpa) la levantada será tipo 4 para estar SALIENDO, pero SALIENDO a las 4:30, o sea si te levantaste a esa hora mejor quédate acostao… bueno también está la opción de quedarse y subir hasta el glaciar del mesoncito no más y para eso se levantan más tarde, o si bien les duele la espalda o algo también es válido que se queden, yaa?…

Después todos entenderíamos su discurso, ya que su dolor de espalda lo dejo sin ánimos de atacar cumbre…

* 4:30 a.m. SALIDA CAMPAMENTO BASE. Veía más de 20 a 30 luces blancas moverse en el cerro, creando líneas, zigzag y a veces una o dos solitarias, quien juega a completar un dibujo con números del 1 al infinito, estaba oscuro y mis piernas perdieron un poco de sensibilidad, recuperándola a veces en cada paso forzoso que daba, pero ahí estaba, intentando no parar para generar calor constantemente y esperar el amanecer y así ir viendo como desaparecía cada una de las luminosas cabezas de luz y aparecían las huellas y los colores naturales que agradecidamente observamos. Poco a poco esa oscuridad fue desapareciendo, dando paso a la luz que permitió distinguirnos mejor entre nosotros, unos pocos volvieron a sus carpas a disfrutar los colores sin sufrimiento, otros rezábamos para que no nos dieran ganas de miccionar, y aunque el esfuerzo y el nivel físico del grupo lo encontré adecuado la micro venía llena y el timbre quedó apretado…

* 09:15 a.m. VALLE DEL MESONCITO. Ya había amanecido, pero la temperatura era más baja, logramos reunirnos en donde comienza el hielo, y tomamos la decisión de no atacar cumbre. Uno, por las condiciones del hielo (duro como hielo XD!) y dos, estábamos cortos de tiempo para retornar y reunirnos a la hora acordada con los choferes de las furgonetas, por lo cual se aprovechó de practicar con los crampones y piolets en el glaciar, mientras veíamos al grupo de Gabino, Ramiro, Raimundo y Fernando camino a la cumbre.

Fue un rato de fotografías, puntas enterradas, charlas y risas… En definitiva, se agradece la buena energía grupal. Es grato mirar a tu alrededor y ver gente aunque sea en miniaturas por todos lados; a modo personal, después de subir el plomo en solitario y no ver ni un rastro que dijera siquiera “vibram”, me quedo de todos modos con la salida grupal, con la talla a flor de piel, con la compañía de tu cordada en todo momento, con la toma de decisiones, que si no funciona “fue”, porque el conjunto no funcionó y que si se logró lo propuesto, lo logramos todos. Recordar también que si se escoge un delegado se respete igualmente, la ambición personal no tiene que ser desgracia ni preocupación ajena, a cuidarse que la naturaleza es más fuerte que uno, respeta y serás respetado en todo sentido ?

* 11:00 a.m. TRAVERSE. Luego de practicar caminata en hielo con la guía de Jhon, Andrés instaló un pasamanos, utilizando para ello una reunión fijada con tornillos de hielo y una cuerda amarrada desde ese punto, al otro morro de hielo y pasando sobre una “canaleta” con un poco de pendiente. De a uno, caminamos de un extremo asegurados desde la cuerda a nuestro arnés con un nudo Machard.

Nuestro descenso al campamento comenzó cerca de las 12:15 de la tarde, llegando los últimos a las 15 hrs aprox., sin contar a Jhon y Armin, los cuales se quedaron esperando a Fernando que estaba ascendiendo el Morro Escondido, Punta Chile y Moai, Junto a Ramiro, Raimundo y Gabino; y a Renato y Ricardo, quienes se separaron del grupo en la subida, buscando lograr la cumbre del cerro Marisemberg. Con mi cordada Berni, comenzamos a bajar a las 16 hrs, siendo una de las últimas, casi me puse a rodar para bajar más rápido, pero milagrosamente y no sé porque razón, llegamos antes que otros a los estacionamientos, hubo otro grupo que se perdió, pero finalmente todos llegamos a ente las 18 y las 18.45 horas. Luego de organizar rápidamente los vehículos y las furgonetas, emprendimos el viaje de regreso Colocando un tornillo de hielo a las 19 hrs y con ganas de embutirnos todas las empanadas del camino, pero nadie se atrevió ni siquiera a preguntar si podíamos parar a ello jajajajaj por lo que los chocolates fueron la inyección más rápida y nutritiva de ese momento ? .

Y colorín colorado este relato ha finalizado, y recuerden que: Si la montaña viene hacia ti… ¡Corre weon, que es un derrumbe! Jajajajaja, bromaaa, o mejor anda al oculista porque estoy segura que aun no he visto a ninguna pasear por Santiago XD! Aquí finalizo con un refrán,

Nunca midas la altura de una montaña, sino hasta que corones la cima. Entonces verás cuan baja era.