Logo Ramouch

Cerro Punta Horizonte

Categorías
Relatos

Cerro Punta Horizonte

Lo que viene a continuación es la suma de aciertos y sobre todo de desaciertos, que terminaron en la coronación de una cumbre -cuyo nombre aun desconocemos- por parte de uno de los asistentes a esta salida, su humilde narrador. Y si tuviera que adelantar una enseñanza de esta experiencia es que la organización, la comunicación y el cuidado tanto de uno como del grupo, siempre serán fundamentales, independiente de lo sencillo que sea el objetivo.

Punta Horizonte

Aunque denominado con el extraño nombre de Bauble por la carta IGM de San José de Maipo, y vecino del aún más extraño Enjalmita (2161m); el cerro Punta Horizonte ha sido conocido como tal desde hace ya bastante tiempo por montañistas y lugareños. Esta circunstancia es refrendada con las placas puestas en su cumbre. Se trataría, al parecer, de un nombre dado por el Club Andino Horizonte que decidió bautizar en su propio honor este cerro.

El plan original era partir por el fin de semana del 25 y 26 de Abril al cerro Puntiagudo, pero por temas de dinero (los Covarrubias cobran $8,000 por persona en la entrada POR DÍA) y por dificultades de transporte decidimos cambiar a última hora la salida al cerro Punta Horizonte. Si bien es una cumbre más sencilla (se puede realizar por el día), se trataba de la primera salida deportiva del año y la convocatoria reunió a alrededor una quincena de entusiastas rameros.

Partimos la mayoría en auto desde Santiago a eso de las 17.30 para reunirnos en San José de Maipo, antes de llegar a la Reserva Coyanco. Con Diego Pacheco de cordada, coordinador y piloto al volante partimos junto con Daguer hasta dicho pueblo con una sola cosa presente, las tripas de la guata demandando una suculenta empanada. Así que apenas llegamos a la plaza, fuimos directo al Wiken por unas buenas napolitanas mientras esperábamos que llegaran el resto de los chiquillos. Al reunirnos todos (faltando solamente Berni y Lore que llegarían a las 9 de la noche en bus y acordando que Osito y John, nuestros ilustres veteranos, irían en su búsqueda) partimos hasta el sector de El Toyo y de ahí a la Reserva Coyanco, para luego estacionar los vehículos, cargar las mochilas y… ¡a caminar!

Al poco rato de entrar al recinto nos encontramos con Nico Villar y Pancho Osorio que venían de vuelta de su intento al Punta Horizonte por el día, aunque sin conseguir la cumbre ya que iniciaron el ascenso muy tarde y los pilló la hora. Nos contaron que las 5 a 6 horas que se requieren para el ascenso según Andeshandbook, es para gente muy rápida y que la ruta es larga pero que el camino era bastante bonito. Ellos siguieron rumbo a Santiago y nosotros nos adentramos hasta llegar a la cabaña donde nos cobraron por la entrada y de ahí, unos 25 minutos de caminata que nos condujo a unos pocos metros del estero, lugar en el que nos instalaríamos para pasar la noche. Pusimos unos plásticos en el suelo para vivaquear más cómodos (¿Vivac? Sí, pue’) y los aprovechamos a modo de mantel de picnic para juntarnos todos, echar la talla y comer. Nos llamó la atención el menú gourmet que tenían Osito y John: aceitunas sevillanas, queso camembert, ostras con limón y vino del bueno, “Después de tantas salidas uno sabe lo que necesita traer” nos decían. Entre la buena comida y un poco de navegado, nos contaron historias de la rama, de personajes ilustres y de cómo va cambiando la visión del montañismo a medida que uno va sumando experiencia (y años).

Entre medio de eso se tiraron esta frase/mantra/paya:

No fuimos grandes montañistas

Y nunca lo seremos

Tan solo una copa queremos

Para estos viejos rameros

A eso de las 11 de la noche ordenamos todo y nos metimos en nuestros sacos para dormir bajo el cielo despejado que nos ofrecía a pleno resplandor, sus estrellas. Para muchos era nuestro primer vivac y, la verdad, poder mirar los astros en esa cálida noche le dio todo un nuevo sabor a la ascensión. El plan era despertarse a las 7 y comenzar el ascenso a las 8 para no llegar tan tarde a Santiago… sí, claro. (Suena la alarma de mi celular) ¡Son las 7 de la mañana, todo el mundo a despertarse! Esperen, ¿por qué está tan claro?

Chascarro N°1: Despertador Me habían dejado de encargado de la alarma y fijé el despertador para las 7 de la mañana, pero justo, justo, JUSTO! esa noche el bendito celular tenía que cambiarse automáticamente de hora. Al final terminamos despertándonos una hora después. A otros chiquillos también les sonó el despertador pero siguieron durmiendo esperando a que alguien (yo) los despertara. Bueno, nada que hacer. A desayunar y ordenar todo rápido. Finalmente terminamos partiendo a las 9.05 de la mañana cuando ya estaba claro e incluso llegaba a hacer un poquito de calor.

Chascarro N°2: La ruta Cruzamos el estero que traía poca agua así que no presentó ninguna dificultad y de ahí a iniciar la marcha por un notorio sendero. Sabíamos que habían dos rutas para la primera parte del Compartiendo historias, risas, comida y un vasito de navegado ascenso, por arriba cerca del filo de una meseta y por debajo cerca del estero. Decidimos seguir la segunda opción pero al poco andar tuvimos que ascender derecho pa’ arriba tratando de conectar con la primera ruta ya que el camino que seguimos se iba estrechando cada vez más y presentando pasadas expuestas. La subida nos costó bastante ya que el suelo era de pésima calidad, botamos muchas piedras, nos embarramos, hasta que por fin conectamos con el sendero de la ruta de arriba. Definitivamente este sendero era mucho más simple e incluso bonito ya que sus árboles alegraban el pasar y nos protegían del sol.

Después de unos 15 minutos de caminata encontramos un buen lugar para dejar el peso extra de nuestras mochilas, así que organizamos todo, descansamos y entre medio de eso apareció la Magda Huerta que venía desde Santiago a hacer el Punta Horizonte por el día con nosotros.

Ya con el equipo listo y el grupo entero reunido continuamos caminando siguiendo siempre el sendero más notorio. Al poco rato de caminar nos encontramos con un portón por el que había que tomar un desvío por un sendero menos evidente ¿Y qué hicimos nosotros? Seguir caminando por el sendero más “obvio”. Nadie se aprendió bien la ruta así que cometimos el error de caminar siempre por donde nos parecía más lógico seguir. Fueron pasando los minutos y el camino parecía que nunca conectaría con el filo del cerro, luego pasamos un segundo después portón y las dudas comenzaron a aparecer. Aun así, seguimos caminando ya que después de un rato vimos que el sendero llevaba a un filo que conectaba con el cerro que creíamos, era el Punta Horizonte (porque ni eso teníamos muy claro).

Estando en el filo decidimos salirnos de la ruta y ascender por éste, Camilo y Felipe se adelantaron para buscar una ruta segura entre los paredones de roca que asomaban más arriba.

Sorteado este inconveniente, seguimos subiendo hasta llegar a un punto suficientemente alto y con mayor visibilidad que hizo darnos cuenta de la evidente tragedia: nos habíamos desviado un montón y el Punta Horizonte se mostraba lejos de nosotros, inaccesible desde donde estábamos. Siendo las 2 de la tarde, discutimos entre seguir intentándolo por un supuesto camino que se veía bastante duro o seguir subiendo entre unas rocas que estaban cerca y que podrían llevarnos a alguna cumbre más cercana. Tomamos esta última opción y seguimos el ascenso con el cansancio ya presente en nosotros, hasta llegar a un portezuelo donde descansamos y tuvimos una segunda discusión: estábamos muy cerca de una cumbre pero no estábamos seguros de cómo acceder a ella y si tendríamos tiempo para lograrla. Osito vio un sendero -según Pacheco, formado por el recurrente paso de cabras- que podría ser útil pero no generaba mucha confianza. Cuando ya parecía que íbamos a tomar nuestras cosas e iniciar el descenso, sentí el impulso de intentar ver que tal era otro camino que atravesaba unos gateos de roca.

rme hidratado bien y sin almorzar partí sabiendo que si queríamos hacer esa cumbre teníamos que hacerla cortita. Subiendo por el camino que me parecía conectar con la cima vi una pasada accesible, por ende traté de avisarles a los demás. Hice toda clase de señales y grité varías veces “VENGAAAN, SI SE PUEDEE” pero la distancia no permitía entendernos. Estaba indeciso si seguir subiendo hasta que escuche un “SIGUEEE!”, así que no la pensé más y subí tan rápido como pude entre los gateos y trepas hasta llegar a la cúspide. Allí, descubrí solamente una pirca con manchas blancas como si hubiera sido cagada por gaviotas… ningún testimonio, o una placa que dieran señales del nombre del cerro en que estaba.

Baje rápido hasta donde estaba esperándome el grupo y ahí les comenté que efectivamente nos metimos por un lugar nada que ver y que desde esa cumbre se podía llegar al Punta Horizonte caminando por el filo pero ya era muy tarde para intentar eso. Me decían que querían acompañarme a subir conmigo a la cumbre pero nunca entendieron las señales que hacía.

A las 15.45 tomamos unas fotos de grupo y de ahí a comenzar el descenso por la misma ruta que seguimos en la subida. Bajar este cerro se hizo lento y cansador, sobre todo porque veníamos con poco líquido y la parte final del cerro que hicimos estaba desprotegida del fuerte sol. Por otro lado, como no descansé nada al bajar de la cumbre, bebí poco líquido y comí casi nada, terminé agotándome, por consiguiente demorando la vuelta. Llegaba a ser desesperante darnos cuenta de todo el camino que nos faltaba de regreso y aun más, sabiendo el torpe desvío que tomamos ¡casi al inicio de la ruta! Al final llegamos a eso de las 20.30 a los vehículos, ordenamos todo y partimos rumbo al primer local que vendiera empanadas para reponernos y subir los ánimos fatigados. Literalmente pasamos al primer local que vimos y “le hicimos el día” al dueño, entre empanadas, chocolate caliente, dulces y bebidas que pedimos. Hicimos la evaluación de la salida y después nos despedimos entre abrazos partiendo a nuestros hogares en Santiago. Fatiga

¿Cuál fue la evaluación? La verdad es que a pesar de todo lo pasamos bastante bien y el grupo mantuvo un muy buen ánimo durante toda la salida. Pudimos compartir mucho en el campamento y disfrutar de maravillosas vistas a medida que tomábamos altura en el cerro. Sin embargo, todos acordamos en que cometimos muchos errores, siendo el exceso de confianza la principal razón. Como pensamos que era un cerro “fácil” nos despreocupamos de la planificación, del trabajo grupal y la concentración que implica una salida deportiva. En lo personal, si bien conseguí llegar a esa cumbre, la poca conciencia que tomé de la situación provocó que fuera mal preparado y eso me condujo a la fatiga que terminó atrasando a todo el grupo, además de darme un extenso mal rato por estar apenas bajando el cerro. Así son las cosas, debemos tomar estas experiencias como parte del continuo aprendizaje como montañistas y por sobre todo, rescatar los buenos momentos vividos que son los que nos motivan a regresar a la cordillera para disfrutar con nuestros amigos. Nos vemos en la próxima salida!